SOMOS DOSCIENTOS MIL

UN SIMPLE GESTO

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No quiero que nadie piense que este cronista está aliado con el poder municipal pero, qué quieren que les diga, a mí la actual Alcaldesa me parece una buena persona. Evidentemente tendrá sus detractores y sus incondicionales. Yo no soy ni una cosa ni la otra. No obstante, recién llegada al cargo tuve la oportunidad de entrevistarla para una revista con la que colaboro y, tras la larga y distendida charla, llegué a diversas conclusiones: que es una buena persona -ya lo he dicho-; que tiene las cosas claras en orden a recuperar el pulso de esta ciudad -para eso la votó el pueblo mayoritariamente-y que está absolutamente entregada, incluso enamorada de su trabajo como alcaldesa. Algo, por cierto, que siempre he valorado de quienes se presentaron a las pasadas elecciones municipales. Había que ser un loco o un enamorado para afrontar un trabajo tan ingrato como es el de asumir la alcaldía de Jerez en sus actuales circunstancias.

Digo todo esto porque cuando la Alcaldesa ha pedido a los trabajadores de los autobuses urbanos que tengan un gesto con la ciudadanía, me parece que lo dice con el corazón en la mano.

Si nadie lo remedia, dichos trabajadores iniciarán su décima semana de huelga -que se dice pronto-, en un ambiente enrarecido, con el anuncio de radicalizar las protestas con acciones de mayor contundencia -ya el viernes ocuparon el Ayuntamiento por la fuerza-, así como con la critica abierta al ayuntamiento de la ciudad, al que acusan de poco interés por solventar el conflicto. Por su parte, el ayuntamiento ha pedido ese gesto con la ciudadanía, máxime tras desbloquearse el aval presentado por la empresa, lo que ha permitido que los trabajadores cobren gran parte de la deuda atrasada. En la actualidad se les adeuda el mes de septiembre a todo el colectivo y el de agosto a la mitad de la plantilla.

Uno, que intenta ver la realidad de mi ciudad como observador imparcial, apoya al ayuntamiento en su deseo de que los trabajadores realicen algún tipo de gesto, que bien podría pasar por recuperar la normalidad del servicio, más que nada por evitar que al ciudadano llegue un momento en que le sobre la prestación del servicio de autobuses urbanos.

A nadie se le escapa que diez semanas -setenta días, más de dos meses-, es mucho tiempo para estar en huelga y, a quienes utilizan el transporte urbano, un día de huelga les puede producir un problema, una semana puede acarrearle algún que otro disgusto, pero diez semanas es un plazo importante como para que todo el que necesita del transporte público haya descubierto, y esté utilizando, otros medios para moverse por Jerez. Desde taxis compartidos, pasando por vehículos particulares, motos y ciclomotores, bicicletas o simplemente andando. Quien no puede trasladarse al centro se avía con lo que tiene a mano sin necesidad de realizar desplazamiento alguno.

Y esto que les cuento es real. Cuando una empresa de estas características va a la huelga, sus servicios mínimos suelen ir siempre hasta la boca. Aquí en Jerez, los autobuses de servicios mínimos presentan un aspecto desolador. Por ejemplo, el que sobre las 11 de la mañana del pasado viernes tenía destino a la zona norte, lo ocupaban tan sólo dos personas, conductor incluido. En el que por la tarde se dirigía hacia la zona este viajaba el conductor más solo que la una.

El servicio público, por su naturaleza, responde a la obligación que tienen las administraciones de cubrir determinadas necesidades del ciudadano. Todo aquello que cubre la iniciativa privada o que nadie demanda, simplemente no debe ser objeto de servicio público. Hay hospitales porque el ciudadano demanda que se le preste asistencia médica. Hay jardineros porque el administrado quiere hermosas zonas verdes. Las calles se limpian porque el ciudadano desea moverse por una ciudad impoluta.

Pero claro si el ciudadano no demanda el servicio del autobús urbano, simplemente porque tras muchas jornadas de huelga el mismo se ha tornado prescindible, llegará el día en que habrá, o bien que dimensionar a la baja nuestra red de autobuses, o bien simplemente que suprimirla. Y eso, se puede arreglar con un simple gesto.