Corrida de trámite, ligera y sin sustancia por el descastado encierro de Alcurrucén
ZARAGOZA. Actualizado: GuardarQuien más contribuyó a la brevedad fue el director de lidia, el linarense Curro Díaz que apenas perdió más de cinco minutos con la muleta en la mano con cada uno de los toros de su lote.
También Juan Bautista ayudó a la ligereza del trámite, y no porque no empleara tiempo con su lote, que lo empleó, sino por la rapidez con que toreó a ambos enemigos: uno que no terminó de romper, ni tuvo quien le llevara a hacerlo, y otro, este sí, que tuvo duración y nobleza en el último tercio. A ese quinto, un bonito castaño lucero, el francés le hizo una faena superficial y acelerada.
El otro toro con posibilidades de la corrida le cupo en suerte a Leandro, que ya le hizo un templado quite a la verónica. Galopó con clase el toro en los primeros tercios y se empleó por abajo en los compases iniciales de la faena, justo cuando mejor lo dejó ver Leandro, dejándole venir de largo en series cortas y de no demasiado temple. Con el rajado sexto del encierro, aún con luz natural en el exterior del coso, el torero de Valladolid cumplió sin despeinarse con el último trámite de la tarde.