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Fracaso escolar, fracaso social

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Llevamos unas semanas de curso escolar y el panorama continúa bastante movido. Sabemos que será así durante todo el curso académico, ya que los andaluces viviremos dos procesos electorales y los profesionales de la educación conocemos desde hace tiempo cómo los políticos utilizan ésta en forma de arma arrojadiza.

En nuestro sistema de educación obligatoria hasta los 16 años de edad se entiende por fracaso escolar la no consecución del título académico correspondiente a ese nivel educativo.

Al profesorado no nos gusta mucho esa denominación de 'fracaso escolar' por lo que supone de estigma para el alumnado que lo sufre, y porque en el fondo es una entelequia, una especie de ficción que oculta otros aspectos importantes.

El abandono educativo temprano en nuestro país ronda el 28 %, doblando la media europea. Las estadísticas son contundentes: las personas sin título escolar o académico tienen mayores dificultades para encontrar trabajo y, si lo consiguen, obtienen un menor salario. También sabemos por el último informe del CES (Consejo Económico y Social) que más del 40 % del alumnado al finalizar la ESO ha repetido algún curso.

La Comisión Europea maneja ciertas variables para el análisis del fracaso escolar: el absentismo y la repetición de curso, los cambios de ciclo escolar, el desajuste entre programas educativos y realidad socioeconómica, los problemas emocionales y de disciplina, el propio contexto socioeconómico, el nivel de estudios de los padres, el número de libros en casa, y la variable del sexo (el 65 % del fracaso ocurre en los chicos).

La mayoría de chicos y chicas con pobre rendimiento escolar presentan altos grados de desmotivación y revelan que el colegio les aburre y les parece poco útil para la vida que esperan llevar; por contra valoran el trabajo y la dedicación del profesorado, al igual que lo hacen sus padres.

Los estudios internacionales que analizan la calidad educativa, como el célebre informa PISA, afirman que el factor socioeconómico es, con mucha diferencia, el de mayor incidencia en la explicación del fracaso escolar.

Intentemos poner las cosas en su sitio, sin ánimo de echar balones fuera. El fracaso escolar es un fracaso social, pero desde sus propias raíces y en su propio desarrollo.

El orden parece ser el siguiente: fracaso social y económico, fracaso político y administrativo, fracaso familiar, fracaso educativo y al final fracaso personal. Nadie se libra. En sus orígenes el fallo es sociocultural y económico, posteriormente las guerras políticas y la confusión normativa complican las cosas. El fracaso familiar impide una buena primera educación y la valoración del esfuerzo y de las ganas de aprender. En el sistema educativo debemos trabajar más en grupo y en colaboración con los demás agentes sociales. Al alumnado le falta motivación. No proceden los recortes en educación.