Berlusconi, en una ceremonia de entrega de premios. :: A. PIZZOLI / AFP
MUNDO

Berlusconi se la juega en otra votación

Una inesperada derrota en el Parlamento obliga al primer ministro italiano a someterse mañana a la enésima moción de confianza

ROMA. Actualizado: Guardar
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Silvio Berlusconi vuelve a estar pendiente de la calculadora a ver si le salen los escaños para mantener su mayoría en la Cámara de Diputados. Lleva así año y medio, tras su ruptura con Gianfranco Fini, con cíclicos momentos de catarsis que le acercan al abismo. Hasta ahora se ha salvado gracias a sus fichajes y a tropas de tránsfugas, pero el declive continúa, en medio de una crisis económica que está castigando la falta de credibilidad y estabilidad del Gobierno italiano.

Para mañana se anuncia otra de esas votaciones trascendentales, una moción de confianza vista como un nuevo recuento de fieles y enemigos, porque ha surgido un núcleo de traidores en el centroderecha. Es un pelotón de 40 parlamentarios de origen democristiano y católico, guiados por los exministros Claudio Scajola y Giuseppe Pisanu, que quiere la salida de Berlusconi, un cambio de Gobierno y la apertura a nuevos apoyos de centro. Parece que el anatema de la Iglesia italiana contra el magnate y su invitación a «purificar el aire» ha tardado solo dos semanas en tener efecto. Si 'Il Cavaliere' pierde, caerá el Ejecutivo.

Se ha llegado a esto por lo que pasó el martes en la Cámara de Diputados, que fue un claro aviso, aunque todos los implicados se hacen de nuevas y dicen que fue casualidad. Poco antes Berlusconi discutía tres horas con Scajola sin llegar a nada concreto. Luego, en una jornada de caos, el Gobierno perdió por sorpresa y por un solo escaño una votación esencial, la presentación de cuentas del último ejercicio. En teoría es un trámite, pero se convirtió en algo trágico, pues significa que el Parlamento rechaza un documento básico de la acción de Gobierno. En el pasado ha sucedido dos veces y en ambos casos el primer ministro presentó su dimisión. Pero no es el estilo de Berlusconi, que tachó lo ocurrido de «incidente técnico» y salió por piernas a pensar qué hacía.

Se creó un momento de vértigo. Toda la oposición pidió la dimisión del primer ministro mientras el presidente de la República, Giorgio Napolitano, a quien debía presentársela, esperaba en el Quirinale mirando el reloj. Al final Berlusconi decidió convertir la cuestión en un órdago: hará hoy un discurso en la Cámara -la oposición abandonará la sala como protesta- y pedirá un voto de confianza. Ayer este negociaba como loco con los revoltosos.

Por cierto, el mismo martes el exmagistrado Antonio Di Pietro, uno de los líderes de la oposición, presentó una denuncia contra Berlusconi por comprar diputados. Napolitano emitió ayer una nota para pedir «una respuesta creíble» y preguntarse si el Gobierno cuenta con una mayoría «en condiciones de actuar con la constante cohesión necesaria». Tampoco ayudó la Liga Norte, socio del Ejecutivo, con sus eternas muestras de hastío. Umberto Bossi dijo que seguirán «pero no sé hasta cuándo».

Tras el revés, empezó la caza a los ausentes en el centroderecha. Faltaban 30, entre ellos el responsable del ministerio que presentaba el balance, el titular de Economía, Giulio Tremonti.