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Hosteleros en pie de guerra por las obras de la plaza de San Juan de Dios
Los propietarios de los bares de la zona aseguran que la remodelación está provocando que descienda el número de clientes
CÁDIZ. Actualizado: GuardarA veces son pesadas pero las obras que se acometen en la ciudad son en beneficio de todos los gaditanos. La de plaza de San Juan de Dios, sin ir más lejos, supondrá un cambio de imagen y un espacio amplio para pasear, disfrutar del buen tiempo de Cádiz y parar a tomar un refrigerio. Pero hasta que llegue ese momento, primero hay que sobrevivir a los efectos que deja la obra durante su transcurso. Efectos que de momento se han traducido en un bar cerrado y otro en pie de guerra.
José Carrasco pensó hace dos meses que se estaba haciendo con un buen negocio, de esos que tienen ya medio camino hecho por llevar toda una vida en el mismo sitio y tener una clientela segura. Su recién adquirido bar, Bar Rincón, llevaba unos 40 años instalado en la plaza San Juan de Dios recibiendo cada día a turistas y parroquianos. «Durante 40 años no se ha movido ni una piedra delante del bar y me ha tocado todo de golpe a mí», cuenta José resignado tras la barra de su establecimiento. «Comprendo que debe haber una obra, que es por el bien de todos, pero no pueden cargarse así el negocio de los demás como lo están haciendo».
José denuncia que las actuales obras ya han conseguido acabar con la paciencia de su compañero de calle, el asador de pollos, «pese a la fuerte inversión que realizaron para abrirlo» y teme que la hora del cerrojazo le llegue también a él. La clientela ha bajado de forma drástica en buena parte por el acceso a su establecimiento ahora interrumpido. «Ya sabemos que hay crisis y que la gente gasta menos pero ahora ni siquiera entran los turistas porque piensan que está cerrado o muchos ni siquiera nos ven». Esto se debe a los dos grandes carteles que recomiendan que crucen por otra acera, «por lo cual no pasan por delante de nosotros pese a estar en plena plaza de San Juan de Dios y pagar un precio por estar aquí». A eso hay que sumar que los pocos que se atreven a cruzar por la pequeña acera y asumir el riesgo de una posible caída «piensan que estamos cerrados porque ya no podemos ni sacar las sillas a la acera, primero porque no caben y segundo por las vistas a la valla que tendrían».
Prolongación
José reconoce que antes de comenzar con la remodelación de la plaza, vinieron del Ayuntamiento para informarnos de la obra, «pero no esperábamos que se prolongaran durante tanto tiempo», sobre todo con los estudios arqueológicos que se han hecho en la zona y que han tenido paralizadas las obras. A su juicio se debería haber planificado mejor para que las aceras pudiesen estar desocupadas lo antes posible y así perjudicar menos a los negocios de alrededor. «Los del Ayuntamiento deberían volver a pasar por aquí para ver el estado en el que nos encontramos». Por si algunos de los concejales que habitualmente acuden al Consistorio a trabajar pasa por delante de su negocio, José Carrasco ha llenado su escaparate de carteles en señal de protesta en los que piden que al menos dejen la acera libre de tránsito e incluso para poner las mesas.
A pocos metros del Bar Rincón, sigue luchando otro de los negocios con larga tradición en la plaza, Bar Los Pabellones. Su dueño, Pepe Gómez ha sido testigo de como su vecino ha tenido que cerrar y el otro se agarra a la protesta como un clavo ardiendo. Pepe conoce de sobra la situación aunque a él, al tener acceso también por la calle Plocia le afecta menos. «Desde que comenzara la obra la parte que da a San Juan de Dios es como si no existiera porque apenas pasa gente y la que pasa lo hace con cuidado de no caer». El regente de Los Pabellones sólo espera que las molestias que le están ocasionando merezca la pena. «La misma situación se vivió en la plaza de la Catedral, que estaban todos enfadados con las obras y ahora lo agradecen, aunque habrá que ver quien sobrevive a esto».
Mientras esperan a que concluya la remodelación de San Juan de Dios de la que no duda traerá nuevos clientes, José Carrasco sigue amontonando facturas encima de la mesa. «Tengo un buen negocio y pesar de eso estoy entrampado porque no pueden entrar en él. La obra hay que hacerla pero mientras tanto yo sigo intentando pagar las facturas a fin de mes». José solo espera que cuando se vuelva a reabrir la plaza no sea demasiado tarde para su negocio.