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Hambre de Historia
Las series de época triunfan en televisión. Ficciones como 'Águila roja' o 'Gran Hotel' disparan los audímetros. Les contamos algunos entresijos de los rodajes
Actualizado: GuardarVivir en el pasado está de moda. Así lo confirman los datos de audiencia del arranque de la temporada porque, por el momento, son las series de época las que se llevan la palma. 'Águila roja' (TVE) -ambientada en el siglo XVII- vuela imparable en su cuarta temporada con más de cinco millones de audiencia. Por detrás, una recién llegada a Antena 3, 'Gran Hotel' -ubicada en 1905-, que en su primera emisión el pasado martes desbancó con cerca de cuatro millones de espectadores a 'Homicidios', la esperanza de Telecinco después del descalabro de 'Cheers'.
Pero conseguir que las ficciones históricas tengan salida no es sencillo. Hay que lograr que actores y escenarios hagan las maletas para un vertiginoso viaje en el tiempo. Guionistas, decoradores y personal de vestuario son la avanzadilla encargada de la gesta, siempre guiados por expertos en cada época.
Un conservador del Museo del Prado y un responsable del Hotel Ritz de Madrid son los encargados de ello en 'Gran Hotel'. Gracias a ellos, el equipo ha descubierto curiosidades que, por nimias que parezcan, consiguen que el espectador se adentre en un mundo un poco más real. Un ejemplo. «Los criados tenían una puertecita por la que accedían a la parte trasera de los armarios de las habitaciones, para así evitar pasar con los baúles por las lujosas estancias. Porque se utilizaban baúles, no maletas», comenta Ramón Campos, creador de la serie y de otro gran éxito de época de Antena 3, 'Hispania'.
¿Y cómo saben que en un hotel de postín el periódico se leía en la biblioteca y no en el vestíbulo? El mismísimo César Ritz, impulsor del imperio hotelero Ritz, les da pistas. Las cartas que enviaba a los encargados de sus establecimientos han documentado al equipo. Y hasta los camareros tienen su propio asesor. «En España no era habitual el té, se bebía chocolate. Debemos saber cómo se servía», dice Campos.
Grabar en exteriores es otro de los grandes retos en este tipo de producciones. Cualquier pequeño detalle en las calles puede hacer que el espectador, en un segundo, se resitúe de nuevo en el siglo XXI. «Estamos continuamente retocando la imagen para que no se cuele ninguna cosa actual; cables, antenas, carteles... A veces es imposible y tenemos que prescindir de muchas localizaciones».
Otro ejemplo de que estas series funcionan es 'Amar en tiempos revueltos' de TVE, que cada tarde congrega a dos millones y medio de televidentes. Ángel Bahamonde, catedrático de Historia en la Universidad Carlos III de Madrid, asesora a los responsables de la serie. «Hay una biblia, el paso previo por el que se van a enhebrar los capítulos». Ahí se desarrollan las tramas y con su ayuda se ajustan a la posguerra, donde se ubica la ficción.
Romanos poco romanos
No solo importa la historia. Las costumbres o el decorado son igual de vitales para quedarse atrapado en la época. El lenguaje es uno de los puntos fuertes de las series asesoradas por Bahamonde, que también ha trabajado en 'La Señora' y 'La República'. «Lo cuidamos todo muy bien y evitamos anacronismos, siempre que se pueda. Porque si nos ciñésemos 100% al lenguaje de la época, podría no entenderse».
Más allá del habla, que en 'Hispania' -ambientada en el siglo II a.C.- era imposible respetar, esta serie puso al equipo de Campos un obstáculo aún mayor. Porque no solo había que parecer romano. Había que serlo. El físico de algunos actores no encajaba con la época y fueron descartados.
«Si todas las actrices vistieran de negro -costumbre en aquella época-, 'Amar en tiempos revueltos' no gustaría. Aburriría». Es uno de los ejemplos con el que Bahamonde admite que no todo se puede trasladar a la tele. «No nos equivoquemos, no es un documental. Es una ficción con trasfondo histórico. Y algunas veces hay que levantar la mano», añade. En eso coincide Ramón Campos, que responde a los que han criticado su falta de rigor en 'Hispania': «Para la historia hay otros canales. Lo que no puede ser es que la documentación mate la trama».