SOMOS DOSCIENTOS MIL

LA TELE MUNICIPAL

Me indigna que durante 20 años nuestra clase política haya estado mirando para otro lado

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El 11 de abril del pasado año, este cronista escribía las únicas líneas que, en casi 300 columnas de opinión que llevo con LA VOZ, he dedicado a la televisión municipal Onda Jerez. En aquella columna, titulada 'Tele-Pilarín', tras haber analizado el contenido de varios informativos ofrecidos por la televisión, denunciaba el despilfarro, a todas luces injustificado, que para el ciudadano suponía dicho medio. Ya en aquellas fechas, tenía un coste superior a 6.000 euros diarios y arrojaba unas pérdidas cifradas, tan sólo en los años de gobierno de doña Pilar, por encima de 4,5 millones de euros.

Dado que aquellos informativos presentaban una ciudad de ensueño, una Alcaldesa ideal de la muerte y una situación totalmente ajena a la realidad de Jerez, parecía un sin sentido mantener un medio de mera propaganda. Más barato salía al ciudadano colgar en todas las farolas de la ciudad una foto a tamaño natural de nuestra ex alcaldesa. Así la propaganda era de aúpa y el coste sólo se desembolsaba una vez.

Evidentemente aquella situación ha cambiado de la noche al día: los informativos de la tele se muestran bastante más neutrales de lo que eran entonces, posiblemente por el hecho de que la patronal de Onda Jerez (la Alcaldesa) ha pasado de hecho noticiable a convertirse directamente en el enemigo que todos tenemos en casa. Claro. Así no hay trabajador que dedique un solo minuto de emisión a ensalzar las ventajas (alguna tendrá) del nuevo gobierno municipal.

Por ello quiero volver a retomar el tema de la tele municipal, reiterando una vez más mi absoluto cariño y profundo respeto hacia sus profesionales, máxime ahora que cada jueves acudo a una tertulia ante las cámaras (Tampoco es plan de que alguien añada aceite de ricino al agua que gentilmente van sirviendo durante la charla).

Pero cómo la cosa camina por senderos de difícil retorno, y prueba de ello es que en Onda Jerez la plantilla se halla dividida; que parte de ella se dedica de forma rutinaria a reventar actos municipales e, incluso, que algún bárbaro el pasado viernes selló con yeso y silicona el acceso a las instalaciones, conviene pararse a reflexionar y hacer la pregunta del millón: ¿qué hacemos con Onda Jerez?

Las respuestas son pocas, pues las opciones son escasas. Casi podrían concretarse en tan solo cuatro: aceptar el Concurso de Acreedores instado desde el Ayuntamiento con su consiguiente Expediente de Regulación de Empleo; estudiar el Plan de Viabilidad presentado por el Comité de Empresa; entregar la gestión de la tele municipal a una empresa privada, supongo que mediante concesión administrativa por plazo determinado o, finalmente y como medida drástica, simplemente cerrar, prejubilar algunos trabajadores, reciclar otros en dependencias municipales y los demás, directamente al paro.

Si quieren mi opinión, tengo el corazón muy dividido. Mi formación jurídica me dice que lo correcto es el Concurso de Acreedores. Al fin y al cabo es la medida que la Ley establece para empresas en quiebra -Onda Jerez lo está-, y contrariamente a la creencia popular, la finalidad del Concurso, antes de liquidar, siempre tenderá a buscar la viabilidad de la empresa. Sin embargo, si hago caso a mi corazón periodista, éste me dice que lo mejor es conocer el plan del Comité de Empresa (que algo sabrá sobre la tele) y si el mismo no es descabellado, ponerlo en práctica.

Pero tengo dos corazones más que también opinan al respecto: el corazón práctico no ve con malos ojos la idea de privatizar el servicio. Ello implicaría despidos a cambio de garantizar que la tele siga viva. Por último, mi corazón de ciudadano, el más realista porque es el que paga impuestos, se inclina abiertamente por el cierre.

Como ven toda una amalgama de posibilidades con una idea común en la que creo todos estamos de acuerdo: Onda Jerez posee una situación económica insostenible y alguna solución debemos darle. Lo que me entristece de todo es que algunos magníficos profesionales puedan quedar en paro. Lo que me indigna es que durante 20 años nuestra clase política haya estado mirando para otro lado porque, qué quieren que les diga, a todos nos gusta salir en la tele.