Nobel a mujeres que mueven el mundo
El jurado distingue a la presidenta y una activista de Liberia y a una periodista yemeníE. Johnson Shirleaf Preside LiberiaLeymah Gbowee Trabajadora social
Actualizado: GuardarLa presidenta de Liberia, una activista de los derechos humanos de la misma nacionalidad y una líder política yemení han sido distinguidas con el Premio Nobel de la Paz en su edición del presente año. Thorbjoern Jagland, representante del jurado, destacó la implicación de las tres en «la lucha no violenta a favor de la seguridad de las mujeres y de sus derechos a participar en los procesos de paz». Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakul Kerman, respectivamente, compartirán el galardón, dotado con 1,1 millones de euros, en un acto que tendrá lugar en Oslo el próximo 10 de diciembre.
El fallo reconoce la destacada implicación femenina en complejos escenarios de transformación política. Tawakul Kerman dirige un grupo de mujeres periodistas y su elección supone un reconocimiento hacia la sociedad civil implicada en la primavera árabe, aún en curso, mientras que la inclusión de Sirleaf y Gbowee respalda la recuperación democrática del país africano tras una devastadora contienda civil que causó más de 200.000 muertos a lo largo de dos décadas de enfrentamientos.
La polémica por la concesión de este premio a Barack Obama en 2009, recién llegado a la Casa Blanca, puede extenderse a la inclusión de una dirigente que se enfrenta dentro de cuatro días a su reelección presidencial. El inesperado apoyo del Comité Nobel a Johnson Sirleaf refuerza las aspiraciones de victoria de la primera presidenta de un Estado en la historia de África. Posiblemente, que se trate de unos comicios en el continente negro explique una decisión que, sin duda, habría sido polémica si afectara a una convocatoria en cualquier Estado situado al norte del planeta. En cualquier caso, las cualidades de esta dirigente no se encuentran en entredicho. Nadie duda de que se trata de la mejor autoridad con que ha contado la república del golfo de Guinea, consideración que no exige grandes dotes dada su historia reciente, trufada de gobernantes atrabiliarios y criminales. Desafortunadamente, la trayectoria política de Sirleaf no se inicia en este nuevo periodo de relativa bonanza y mejores propósitos. Esta economista de 72 años, con un máster obtenido en la Universidad de Harvard, es una veterana de la Administración local desde los años setenta y su primer exilio se produjo con el golpe de Estado del sargento Samuel Doe en 1980. Su apoyo a Charles Taylor, un líder guerrillero que conoció las universidades y cárceles de Estados Unidos antes de convertirse en presidente gracias a otro 'pustch', aún implica un notorio descrédito para su olfato político.
La lucha de una madre
Mientras Johnson Sirleaf desarrollaba una intensa actividad profesional a caballo entre Washington y Nairobi, trabajando para entidades privadas como el Citibank o el HSBC o públicas como el Banco Mundial y la ONU, el país se desangraba. El rol de su compatriota Leymah Gbowee fue determinante para romper el círculo vicioso. Esta trabajadora social de Monrovia declaró que solo las madres podían acabar con la violencia y con el sólido argumento de sus seis vástagos y el apoyo de otras colegas organizó una sentada colectiva en un mercado, origen de una red de mujeres conocida como 'Women of Liberia Mass Action for Peace' tan vasta y poderosa que consiguió forzar al despiadado Taylor a mantener conversaciones para el desarme de las facciones.
El haber de la presidente evidencia una gestión racional. La lucha contra la deuda, la implantación de la educación primaria gratuita y universal, una ley que sanciona la libertad de prensa o la instauración de una Comisión para la Verdad y la Reconciliación han cimentado su prestigio internacional. En el debe se encuentra aquella primera connivencia con Taylor (la comunidad internacional llegó a integrarla en una lista de individuos que debían alejarse de la pugna política) y cierto fracaso en la lucha contra la corrupción.