La Policía vigila día y noche el campamento de 'indignados' instalado frente a la Reserva Federal en San Francisco. :: REUTERS
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Los 'indignados' se hacen oír en Washington

Más de 30.000 personas protestan en Nueva York en una nueva demostración de fuerza de los 'okupas' de Wall Street

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Los 'okupas' de Wall Street llegaron ayer hasta Washington DC y no solo a través de las preguntas que la prensa le planteó a Barack Obama, sino con la toma de una plaza de la Avenida Pensilvania, a medio camino entre la Casa Blanca y el Capitolio.

El movimiento de Washington llevaba seis meses preparando un otoño caliente en la capital bajo el eslogan de 'Parad la Máquina (de guerra)', pero se ha dejado llevar alegremente por la ola de pasiones que han traído los 'indignados' de Wall Street. Jeremy Bold, un bibliotecario de 26 años que plantó la semilla del 'Occupy Wall Street', se subió el miércoles por la noche a uno de los coches que trasladó a los batallones neoyorquinos hasta la Freedom Plaza de Washington DC. Iba henchido de orgullo y cargado de adrenalina, porque su semilla acababa de germinar frondosamente en las calles del centro financiero, al que responsabiliza de las miserias del mundo.

Unas 30.000 personas de todas las edades y ocupaciones se habían echado a la calle a secundar la protesta, siguiendo la llamada de sindicatos, organizaciones de izquierda y grupos estudiantiles. Desde las manifestaciones contra la guerra de Irak y la convención republicana, Nueva York no había visto una protesta tan masiva, por mucho que la Policía le restase fuerza visual al obligar a los manifestantes a caminar por las aceras casi en fila india. Tres horas después el desfile de pocas manzanas que había partido de la Plaza Foley, donde se encuentra el Tribunal Supremo, continuaba pacientemente el corto trayecto hasta el Parque Zuccoti, donde se ha resucitado el nombre de Liberty Plaza, nutrido por una interminable afluencia.

Familias enteras

Ya no eran los jóvenes de pandereta que los medios de comunicación han querido retratar como cuatro neohippies que no saben lo que quieren, sino familias enteras, jubilados, profesores, funcionarios. En suma, el 99% que clama estar oprimido por Wall Street, ese que se hace más pobre mientras las estadísticas demuestran que la fortuna de los ricos ha aumentado con la crisis. «Mi madre me enseñó a compartir», decía el cartel de la niña que Caitlin McDonnell empujaba en un carrito a través de la multitud. Tres años atrás Caitlin había bautizado a su hija como Hope, inspirada por el candidato de la esperanza que se convirtió en el primer presidente negro de EE UU. «Obviamente las cosas no han ido como esperaba», contó el miércoles. «Y esto me está devolviendo un poquito de esperanza».

La chispa de los 'indignados' de Wall Street ha prendido como en leña seca sobre la desolación que ha dejado el movimiento de Obama, como demostraba ayer la presencia de MoveOn entre los organizadores. Si la campaña de reelección del presidente se preguntaba estos meses atrás cómo resucitar la pasión que le permitió ganar las elecciones, estos días debe estar dándose cuenta de que ese movimiento de bases no le pertenece.

El miércoles varios políticos neoyorquinos intentaron aprovechar la inesperada participación para hablar a la masa, pero se les negó el micrófono. La Policía, por su parte, siguió haciendo lo que ha demostrado hacer mejor desde que empezaron las protestas, detener a quienes se bajaban de la acera y rociar con gas lacrimógeno incluso a periodistas de la cadena Fox, que han sido de los más críticos con un movimiento que se extiende ya por medio centenar de ciudades estadounidenses.

La mayoría son grupos pequeños de unas 50 personas, como las que hasta el miércoles ocupaban la plaza McPherson de Washington. Ayer, con la nueva inyección de 'okupas' neoyorquinos y la eclosión de octubre en Freedom Square (www.October2011.org), la capital federal se suma con fuerza al otoño estadounidense.