Galileo, curas y progres
Actualizado: GuardarSiempre he seguido con curiosidad las opiniones vertidas, en la prensa local, por habituales colaboradores, comentaristas o periodistas, sobre todo si son paisanos, amigos, compañeros o presidentes. Por alguno de ellos siento especial predilección. Me gusta, entre otras cosas, su continuo recurso a Galileo y si mueve en apoyo de un rancio y retroprogre anticlericalismo. No es que esté mal. Lo único que a estas alturas del siglo XXI, no parece muy científico considerar más verdadera la hipótesis heliocéntrica que la geocéntrica. Y menos actualmente en que la crisis parece haber alcanzado al mismo don Albert y a su 'Teoría de la Relatividad'.
Y no digamos nada sobre ese empeño de querer elevar a la categoría de dogmas los, mal llamados, matrimonios homosexuales, interrupción del embarazo, muerte digna o eutanasia. Pero donde, una vez más, la ignorancia deviene atrevimiento es cuando se entra en honduras teológicas, médicas y psicológicas, morales y evangélicas.
Por favor, presi, sea prudente y discreto.
No hable ni escriba de lo que no sabe ni entiende. Ni de fuegos y alicates. Ni de arder o flagrar. Ni de la confesión, ni de Dimas 'el buen ladrón'. Ni de los Evangelios.
Reléalos. Y, sobre todo, aquel pasaje de Jesús ante los fariseos y la mujer sorprendida, pillada in fraganti, en flagrante adulterio. 'El que esté libre de pecado que tire la primera piedra'. 'Y se fueron escabullendo (rabo entre piernas) comenzando por los más viejos'. Los escleróticos mentales, los intransigentes, los intolerantes, los puritanos, los 'políticos honestos', los purititos leguleyos.
Los rancios anticlericales. Los retroprogres.