
Francisco Herrera, homenajeado por el Consejo Local de los Mayores
JEREZ. Actualizado: GuardarMaría José García Pelayo, alcaldesa de Jerez, entregó a Francisco Herrera de la Calle este sábado 1 de octubre -Día Internacional de las Personas Mayores- la distinción de honor del Consejo Local de las Personas Mayores, en un acto que se celebró en el salón de plenos del Cabildo Antiguo.
Francisco Herrera de la Calle, xerecista y aficionado a degustar buen vino de la tierra, nació en Jerez el 22 de octubre de 1924, a las 10.45 de la mañana, «según mi madre», afirmó. Este jerezano tiene dos cosas importantes en su haber: buena memoria y honradez. Una y otra vez medio se enfada.. y repite: «¡Seguro que otras personas se merecen la distinción antes que yo!»
Sus primeros recuerdos le llevan con la edad de cuatro años a la plaza Benavente número 4, «una gran mansión», confiesa; conocida -dice- como el Palacio de los Dávila. Con esta edad bajaba corriendo las escaleras y cogía piedras en la plazoleta. Vivió la dictadura de Primo de Rivera, la salida de Alfonso XIII de Cartagena y la llegada la República el 14 de abril -apostilla- con el recuerdo de que «mi mujer Teresa cumple años el 15 de abril», comenta ufano.
Estudió en el colegio de los Hermanos de La Salle en la calle Porvera. Pero Francisco quería ser marinero de la Armada y lo intentó. Sin embargo, ya para entonces comenzaron sus problemas de visión, rememora con pena: «Ahora solo veo por el ojo izquierdo».
Su padre le fichó para trabajar de agente de seguros siendo un adolescente. Y así siguió hasta su jubilación. «Me he pateado todo Jerez, tenía muy buenos clientes», cuenta orgulloso. Mucho antes se casó con Teresa Sánchez Ortiz y de nuevo tira de memoria: «Fue el 22 de marzo de 1953».
El matrimonio tuvo cuatro retoños: Rosario, Manuel, Blanca y Fabiola. A todos quiere con igual, pero cuando habla de su hijo Manuel se emociona: «Estoy orgulloso de él porque ha conseguido cuotas profesionales a las que yo no pude llegar» dice. «Es director gerente del hospital», afirma con ilusión.
La pregunta es obvia, después de tantos años de trabajo ¿qué le empuja a una persona jubilada meterse en la junta de gobierno de un centro de día de mayores? «Es todo cosa de la vocación de ayudar», dice con tranquilidad. «Fueron 17 años en los que parecía que no me había jubilado», reconoce. Pero esa ocupación también le trajo problemas e incluso llegó a sentarse delante del juez porque le pusieron una denuncia: finalmente, el demandante perdió el juicio. «Yo he hecho todo lo que he podido. Hay cosas por las que luchar aún, como que las personas mayores tengan más prestaciones, que tengan más pensión, sobre todo los que cobran pensiones reducidas, que haya más cultura; todavía hay personas mayores analfabetas», se lamenta.
«Mi ego me dice que hay otras personas que se merecen esta distinción. Además, no es para mí sino para todo las personas de Jerez», terminó con humildad este jerezano de 87 años.