El agresor vivía en la calle y tenía una orden de alejamiento de su expareja embarazada
MADRID. Actualizado: GuardarDespués del macabro suceso hay un interrogante por encima del resto. ¿Por qué? La investigación se centra ahora en conocer más datos del agresor. Iván, español y de 36 años, no tenía ninguna relación con las víctimas. Según fuentes policiales llevaba varios días viviendo en la calle y durmiendo en albergues de la zona. Además, tenía numerosos antecedentes policiales por tráfico de drogas, atentado a la autoridad, malos tratos e, incluso, tenía una orden de alejamiento de su expareja, una colombiana que se encuentra embarazada.
Durante el registro del cadáver, la Policía ha hallado una nota en su cartera en la que se leía: «El demonio me persigue». Por todo ello, concluyen que se trataba de una persona con problemas mentales, aunque no tengan constancia de que hubiera recibido tratamiento médico en este sentido.
Los análisis de balística demuestran que Iván utilizó una pistola de fogueo modificada para usar balas reales. El homicida ocultó el arma en una funda de una raqueta de pádel. Los testigos le describen como un hombre alto y de complexión fuerte. Vestía con bermudas y una camisa blanca.
A las 20.00 horas el homicida irrumpió en la iglesia. Realizó cuatro disparos con total sangre fría. El primero impactó en la cabeza de Rocío, que permanecía sentada junto a su madre en los últimos bancos. El homicida avanzó con paso firme y abrió fuego en dos ocasiones contra María Luisa, que resultó herida en el tórax. Antes de que se le encasquillara el arma, realizó un cuarto y último disparo para suicidarse.