Enredo victimista
La izquierda abertzale intenta transferir a la democracia las culpas de su pasado
Actualizado: GuardarLa adhesión al llamado 'Acuerdo de Gernika', escenificada ayer por representantes del colectivo de etarras presos, se ha convertido en un gesto que la izquierda abertzale pretende instrumentar para emplazar directamente a las instituciones exigiendo que correspondan al paso dado con cambios sustanciales en la política contra el terrorismo y en el funcionamiento del Estado de Derecho. Se trata de un comportamiento ya conocido, casi instintivo, por el que los herederos de Batasuna y sus representados aprovechan cualquier oportunidad para transferir a la democracia y a los poderes públicos la responsabilidad de que la amenaza terrorista se acabe para siempre. Esa transferencia de responsabilidad encierra además una imputación de culpa dirigida por la izquierda abertzale contra la sociedad democrática. Es la consabida treta por la que los verdaderos culpables de la persistencia del terror tratan de lograr la exoneración ambiental que conduzca al olvido del mal causado por ellos situando la suerte que corran los presos de ETA como argumento que soslaye la memoria de sus víctimas. Por todo ello hubiese sido mejor que, en vísperas de la disolución de las Cortes, el Gobierno se hubiera pronunciado en términos más exigentes que los que refleja el lacónico calificativo de «inédito» concedido al pronunciamiento de los etarras presos. Porque el verdadero riesgo no es que, como hace una semana advirtiera el lehendakari López, se le haga la campaña electoral a Bildu. El peligro mayor es que los excesos de cautela y los silencios mal entendidos den, durante las próximas semanas, carta de naturaleza a las demandas de la izquierda abertzale permitiendo que el clima de confusión varíe el orden de los factores establecidos por los demócratas y que ETA logre posponer, una vez más, su ineludible desaparición. Es lo que evidenció el discurso de Iñigo Urkullu en el 'día del partido' celebrado ayer por el PNV, cuando tras advertir que Euskadi no debe nada a ETA ni a la izquierda abertzale incurrió en la habitual concesión al mundo radical declarando que es el momento de «arriesgar» para alcanzar la paz definitiva.