Cesc Fábregas está siendo el jugador más destacado del Barcelona junto a Lionel Messi. :: EFE
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Un partido como los de antaño

El equipo de Guardiola, avasallador en su campo, recibe al de Manzano, decidido años después a discutirle la posesión del balón y el gol El Barcelona recibe a un Atlético muy diferente al de los últimos tiempos

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Trece goles ha marcado el Barça en sus dos partidos ligueros disputados en el Camp Nou. El Villarreal se llevó cinco y Osasuna, ocho. Con cifras tan contundentes, el tercer visitante tendría que estar temblando, especialmente si en sus cuatro últimas apariciones por el estadio azulgrana ha encajado un insultante parcial de 17-3 (3-0 en la 2010-11 y en la 2007-08, 5-2 en la 2009-10 y 6-1 en la 2008-09). Pero resulta que ese equipo que no puntúa en Barcelona desde la 2006-07 (1-1) es el renacido Atlético, protagonista de un ilusionante arranque con el regreso de Gregorio Manzano al banquillo, hasta el punto de que sus aficionados han superado la depresión causada por las ventas de Forlán y Agüero para rozar la euforia gracias a un rematador de primer nivel como el colombiano Radamel Falcao, quien justifica con goles los 40 millones que costó. Ya suma cinco en Liga, los mismos que Messi. Así las cosas, todo indica que vuelve un Barça-Atlético como los de antaño, de imprevisible resultado, pero con un factor fácil de adivinar: los goles están asegurados.

Aunque el nuevo Atlético 'solo' suma siete puntos, los mismos con los que arrancó Quique Sánchez Flores hace un año, y perdió su único encuentro de nivel en Valencia (1-0), el optimismo está causado por la apuesta de juego que ha podido hacer realidad Manzano gracias a jugadores de talento como el exzaragocista Gabi, el turco Arda Turan, el resucitado Reyes, el citado Falcao o el brasileño Diego, el único que es duda debido a unas molestias musculares. Si conectan, protegidos por Tiago y Mario, se sospecha que pueden discutir la posesión de balón al dueño habitual del esférico: el Barça.

Existe la sensación de que se ha perdido la oportunidad de marcar una distancia con el dubitativo Real Madrid que hubiera podido acelerar la desintegración del agrietado vestuario de Mourinho. Por eso el equipo de Pep Guardiola encara el encuentro consciente de que se juega mucho.