OÍDO AL NÚMERO
Actualizado: GuardarHay cosas que no conviene escuchar, que no es lo mismo que oír, hasta que exploten, pero eso no impide que nos silben las orejas. La Audiencia no ve pruebas contra los mandos en el chivatazo a ETA, pero eso no demuestra que no las haya, sino su evidente necesidad de ir a un oculista. ¿Cuántas simulaciones está sufriendo la buena gente que forma eso que llamamos «pueblo»? Siempre, para distinguirlo, se le reconoce por ser el conjunto de ciudadanos que llevan la peor parte. Llamamos «pueblo» a quienes en épocas de crisis corren con todos los gastos, aunque apenas puedan andar. En Grecia habrá recortes hasta del 40 por ciento de las pensiones y todos somos hijos de Zeus y otras displicentes divinidades. No únicamente los niños, que según Sabater, son siempre presocráticos, se hacen preguntas de imposible respuesta. ¿Qué va a pasar cuando pase lo que tiene que pasar? Aquí tiene que explotar algo y estamos oyendo anticipadamente el eco del estruendo.
El que más temo, porque es el que me pilla más cerca, es el de la Junta de Andalucía. Ríanse ustedes después de haber sonreído del follón financiero de Castilla-La Mancha. Cuando se destape la olla a presión andaluza la comida se va a quedar pegada al techo de nuestras posibilidades. Una constelación de lentejas y tagarninas. El Supremo recrimina a la Junta que se haya negado a entregar las actas al juez, que por cierto es jueza, ya que siempre hemos representado a la Justicia en forma de mujer, con dos platillos más o menos oxidados y una venda en los ojos.
Creo que uno es de donde nace, pero también de donde vive y de donde muere. ¿Cómo se puede ser de un solo sitio? El mundo es un pañuelo para enjugar las lágrimas y también para corregir nuestros estornudos, involuntariamente sonoros. Ahora hay que poner oído al estrépito que viene. Los cinco millones de parados pueden guardar dieta, pero no van a guardar silencio.