La hora del placer

Francia está conmocionada. Bueno, la franja de población gala a la que le gusta el basket. Calificados como 'Eurostars', Tony Parker y su séquito se dieron un homenaje tras pasar el listón en una altura ya compleja, la que da acceso a una final europea. Su meta era asegurar la presencia en los Juegos de Londres. 64 años después volverán al lugar donde sumaron su primera plata olímpica. Después llegó otra en Sidney'2000. Por el camino metales de segunda ley en las preseas de los 'bleus'. Una argenta y cinco bronces en el concierto continental. En blanco el estadillo reservado a los Mundiales. A nadie le extrañó, pues, que se lanzaran a una alocada celebración tras noquear el viernes a Rusia. Son hedonistas por naturaleza. Quieren que hoy reine el placer en el Kauno Arena.

Ayer atendieron a todos cuantos quisieron hablar con ellos. Cordiales, aceptando dobles intenciones al recordarles el otro duelo entre ambos países que se dirime en torno a la ensaladera de la Davis en Córdoba. Reivindicaron como una necesidad el rechazo al primer cruce de guantes con España en Vilnius y para no variar la tendencia, dejan a los de Scariolo la supremacía en las apuestas. Aunque su técnico, Vincent Collet, avisa que llegados a este extremo, lo que se comente es absolutamente intrascendente. «En una final no importa quién es el favorito».

«No tenemos ningún secreto, salvo el trabajo que nos lleva a aprovechar la calidad que tenemos. Todos tenemos la espina clavada de no haber conseguido un título», afirma.