Zapatero se despide del Senado entre loas y elogios de los populares
García-Escudero reconoce los méritos del presidente y le pide compresión por sus ataques durante las dos últimas legislaturas
MADRID. Actualizado: GuardarSorprendente despedida de guante blanco después de continuas broncas en la cámara alta. No hubo descalificaciones. Ni siquiera acusaciones o reproches. Todo lo contrario. Elogios y reconocimiento al contrincante y eso que éste era José Luis Rodríguez Zapatero. Pío García-Escudero, azote del presidente del Gobierno en sus visitas mensuales al Senado, enterró ayer, y bien profunda, el hacha de guerra durante la última comparecencia del jefe del Ejecutivo en el pleno de la cámara. Solo hubo alabanzas al adversario político, en una intervención que sonó a lo que era: un adiós definitivo.
«Pese a la lógica discrepancia, siempre me ha merecido usted el máximo respeto», dijo el senador popular a un sorprendido Zapatero, que, tras las primeras palabras del portavoz del PP, se relajó. «Mi intención nunca ha sido distinta a la de la suya presidente, la de defender aquello en lo que creemos cada uno», señaló el mismo senador que durante los últimos siete años había acusado al presidente de traicionar a los españoles con la negociación con ETA o de ser el mayor culpable de la crisis económica.
El dirigente opositor, incluso, llegó a reconocer sin ambages el «acierto» del presidente del Gobierno en su decisión de comparecer al menos una vez al mes ante los senadores para someterse al control de sus señorías. Una iniciativa, apuntó García-Escudero, que ha sido «muy beneficiosa para el Senado, que se convirtió en protagonista de la actualidad política».
El líder del PP en la cámara alta admitió haber sido duro con el presidente y de haber protagonizado «debates muy intensos», trifulcas que «incluso exigieron la intervención arbitral de la Presidencia de la Cámara». El senador insistió, no obstante, en subrayar la valía de su «contrincante político», al que deseó «todo lo mejor y que en el futuro, alcance todo lo que se proponga».
Críticas desapercibidas
Las pocas críticas de García-Escudero, entre tanta inusual loa, casi pasaron desapercibidas. El senador reprochó a Zapatero no haber logrado en estas dos legislaturas la prometida reforma de la cámara territorial, haber celebrado un solo debate sobre el Estado de las Autonomías y no haber conseguido la «notoriedad» necesaria para la Conferencia de Presidentes, que tuvo cuatro ediciones en siete años. No obstante, el portavoz opositor ni siquiera culpó en exclusiva a Zapatero de la frustrada reforma senatorial, sino al «ambiente político, que no era el más indicado para sacarla adelante».
Un Zapatero que no salía de su asombro ante las lisonjas desde la bancada opositora, incluso se atrevió a bromear con García-Escudero, al que le afeó que hubiera sido tan «duro» con él, aunque dijo «entenderlo». Al senador opositor le recordó, siempre en tono jocoso, que sus habituales rifirrafes con el presidente del Gobierno le han dado una notoriedad pública que de otra forma no habría logrado.
El jefe del Ejecutivo, con idéntico guante blanco, no buscó culpables y aceptó las críticas, sobre todo por el asunto de la Conferencia de Presidentes, que reconoció que se ha convertido en un «debate político y partidista», cuando en realidad debía haber sido un encuentro institucional de cooperación entre las autonomías y el Gobierno central.
Zapatero, como García-Escudero, lamentó no haber podido llevar a buen puerto la reforma de la cámara para dar al Senado el «relieve político e institucional» que se merece. El presidente, que no descartó que esas modificaciones puedan pactarse en la próxima legislatura, reconoció no obstante que acordar esos cambios no será fácil debido al «singular modelo institucional español».
El presidente del Gobierno, que recordó que en estas dos legislaturas ha respondido a 156 preguntas en el pleno, se despidió este martes para siempre del Senado con la contestación a otras tres respuestas y un cerrado aplauso de más de un minuto del grupo socialista.