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Modelos educativos

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Como no podía ser de otra manera, la actual oleada conservadora que parece inundarlo todo en estos días de confusión, miedo e incertidumbre, no sólo se manifiesta en la regresión a modelos económicos y políticos conservadores. También la educación se quiere someter a los arcaicos reduccionismos tradicionalmente abanderados por unas élites insolidarias, avaras e irresponsables cuyo objetivo es el mantenimiento de una sociedad desigual, polarizada, en la que cada cual debe arreglárselas como pueda, siempre que, de partida, los privilegios sigan estando de parte de los ya privilegiados. Es un esquema que la historia ha demostrado que no sólo es injusto, sino funcionalmente insostenible, pero que la derecha más antidemocrática se empecina en defender como deseable y posible.

Por muchos problemas y defectos que una educación igualitaria pueda concitar (dada su mayor complejidad), no parece que la solución pase por sustituirla por una educación elitista. Por el contrario, insistir en una progresiva reducción de aquellos defectos parece estar más en línea con los ineludibles postulados de justicia que deben sostener los principios de cualquier sistema educativo. El problema comienza a ser preocupante cuando se quieren hacer prevalecer los principios de eficacia/eficiencia (referidos siempre a valores pecuniarios) sobre los de justicia. Nadie con un mínimo de conocimientos sobre la realidad educativa y un poquito de sensibilidad social ignora que la educación en igualdad es difícil, y no siempre compatible con las expectativas de un modelo económico que además de ineficaz e ineficiente se ha revelado desde hace ya tiempo como inhóspito para el ser humano.

Los actuales recortes en educación no son más que los prolegómenos de la educación que se nos tiene reservada a quienes, aun siendo mayoría, constituimos ese pueblo supuestamente soberano al que se le ha escamoteado la capacidad de decidir sobre su destino. Definitivamente, si todo sigue en la dirección que apuntan las actuales tendencias, tendremos un modelo educativo eficaz y eficiente: eficaz porque responderá perfectamente a las expectativas de esas élites acostumbradas a la rapiña; eficiente porque los recursos que se destinarán a su sostenimiento serán los mínimos para que la gente (del pueblo, se entiende) sepa lo que tiene que saber para tirar del carro. Lo demás son chorradas. Y muy caras además.