Editorial

Inmersión catalanista

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Cataluña celebró ayer la Diada, con la solemnidad habitual. En esta ocasión, la Diada, que conmemora la derrota catalana frente a Felipe V, estaba marcada por la polémica generada por la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de cuestionar el modelo de inmersión lingüística, así como por la reforma constitucional impulsada por PSOE y PP. Y las intervenciones del acto central se ajustaron al guion reivindicativo. Ya se sabe que en Cataluña el catalanismo, que no es en todos los casos equivalente al nacionalismo, impregna gran parte del arco parlamentario, pero alguna vez habría que preguntarse si esta efervescencia introspectiva no debería llegar un día a un punto neutro de maduración. La política democrática no tiene por qué ser una exaltación constante de la propia identidad ni un lamento perpetuo por el agravio exterior. Y en realidad, a veces parece que la sociedad catalana se desmarca con su ausencia o con su silencio de esta euforia elitista en que el soberanismo se codea a menudo con el localismo.