Editorial

Cuesta abajo

La salida del economista jefe del BCE agudiza la división europea y constata la falta de liderazgo de Merkel para salvar el euro

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El empeoramiento de las previsiones de crecimiento realizadas por el BCE y por la OCDE, que dibujan un 2012 cargado de dificultad en que la Eurozona no crecerá más allá del 1,6%, lastró ayer las bolsas. Por añadidura, se recibio la puntilla de la dimisión del economista jefe del BCE, Jürgen Stark, uno de los tres consejeros que se opusieron a la compra de bonos italianos y españoles decidida por Trichet. La marcha del ortodoxo Stark ha hecho aflorar las tensiones alemanas sobre el particular, que explican las dificultades que encuentra la débil Merkel para ponerse al frente del salvamento del euro. La inflexión de la economía europea en el tercer trimestre, unida a la previsión de que Alemania tendrá crecimiento negativo en el cuarto, ennegrece aún más el panorama, que no ha registrado la esperable reacción de Trichet, quien, tras cometer el error de subir los tipos de interés antes de tiempo, ahora se obstina en persistir en mantenerlos en el 1,5%. Asimismo, la insistencia de la directora gerente del FMI, Lagarde, en que Europa tiene que sanear sus bancos, acentuaba ayer el derrumbe bursátil, que en España llegaba al 4,44%, con severas caídas de los grandes bancos. En estas circunstancias, ni siquiera el plan de Obama para combatir el alto desempleo ha surtido efecto alguno en Europa. Tampoco se espera que la reunión de ministros de Finanzas del G-7 que dio comienzo ayer en Marsella logre dar una respuesta coordinada a la crisis: de hecho, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ya insistía antes del comienzo de la reunión en que los europeos «deben hacer todo lo posible» para restablecer la confianza y hacer frente a la «enorme presión» que sigue pesando sobre ellos. La pelota está en el lado del Viejo Continente. El panorama es sobrecogedor, pero nuestro país debe seguir haciendo los deberes, que son arduos. En esta hora, lo razonable es preparar con esmero las propuestas electorales para el 20N, confiando en que estas estratégicas elecciones contribuyan a infundir ilusión de puertas adentro, así como serenidad y confianza en los mercados.