Dos rebeldes caminan junto a un cadáver en Sirte. :: AFP
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Los rebeldes recurren a la fuerza para someter a los feudos gadafistas

Las milicias atacaron ayer 17 objetivos con ayuda de las fuerzas de la OTAN al fracasar el diálogo con los leales al dictador

TRÍPOLI. Actualizado: Guardar
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Se acabó el diálogo. Horas antes de que concluyera el ultimátum dado por el Consejo Nacional Transitorio (CNT) a las zonas que siguen fieles al régimen comenzaron los combates. Bani Walid, 120 kilómetros al sureste de la capital, y Sirte, localidad natal de Gadafi, fueron los primeros lugares en desafiar el cerco rebelde, las primeras plazas que confirmaron su deseo de frenar la llegada de los milicianos y mantener la bandera verde en lo más alto. Se cumplieron las palabras del primer ministro rebelde, Mahmoud Jibril, a su llegada a Trípoli avisando de que «la guerra no ha terminado», un aviso que se tradujo en lanzamiento de cohetes Grad y escaramuzas en los accesos de Bani Walid y Sirte.

Los milicianos, como siempre, contaron con la ayuda de la OTAN desde el aire. La Alianza atacó 17 objetivos a lo largo del día, todos ellos situados en feudos gadafistas. ¿Qué sería de esta revolución sin el apoyo de la OTAN? ¿A qué civiles protegen ahora estos ataques en zonas donde las tribus son leales al exdictador? Son dos preguntas que los tripolitanos se formulaban a última hora de la tarde al ver de nuevo cómo la violencia estallaba en el país.

El sonido de la guerra recuperó el protagonismo perdido en unas últimas jornadas en las que la posible fuga del exdictador a Burkina Faso -país que hace dos semanas le ofreció asilo- a través de Níger había eclipsado al resto de informaciones. La lucha por Bani Walid es la pelea por controlar la puerta del gran desierto libio en el que casi todas las fuentes sitúan el escondite de Muamar Gadafi. Algunas informaciones aseguran que dos de los hijos del dictador (Saif el-Islam y Saadi) se encontrarían también aquí, pero como todo lo que rodea a los Gadafi, no es más que un rumor que nadie ha podido confirmar porque en Bani Walid un grupo de fieles al régimen bien armados, pero cuyo número no está muy claro, parecen dispuestos a mantener cerrado el paso a la revolución.

Las autoridades nigerinas confirmaron la entrada al país de un nuevo convoy libio. En esta ocasión catorce exaltos cargos cruzaron la frontera y escoltados por las fuerzas locales llegaron hasta la ciudad de Agadez. Dos exgenerales forman parte del enésimo convoy que encuentra asilo en un país que asegura que recibe a los gadafistas «por motivos humanitarios». El Gobierno de Niamey, sin embargo, comunicó al Tribunal Penal Internacional (TPI) que respetará su compromiso de entregar a Gadafi o sus hijos en caso de que pongan sus pies al otro lado de la frontera.