Economia

El hombre de Merkel en el BCE dimite por la compra de deuda pública de España e Italia

La marcha de Jürgen Stark, que alega motivos «personales», desata un viernes 'negro' en las bolsas de toda Europa

BERLIN / MADRID. Actualizado: Guardar
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El rascacielos que sirve de sede al Banco Central Europeo, inmerso en una crucial lucha contra la crisis de la deuda de la eurozona, fue sacudido ayer por un seísmo de consecuencias imprevisibles. El presidente de la institución, Jean-Claude Trichet, dio a conocer un comunicado donde anunciaba la dimisión de Jürgen Stark, jefe de economistas del banco y hasta la fecha el principal funcionario alemán en el organismo. La noticia de su marcha acentuó el descalabro de las principales Bolsas europeas, que sufrieron caídas del entorno del 3% y el 4% con castigo especial a los valores bancarios.

Aunque Trichet señaló que Stark había renunciado por «razones personales», tres años antes de que expirara su mandato, el anuncio volvió a dejar al desnudo la grave división interna que sufre el BCE por el controvertido programa de compra de deuda soberana iniciado en mayo de 2010 para evitar el colapso financiero en Grecia.

El cisma en el Consejo de Gobierno quedó de manifiesto el 7 de agosto pasado, cuando el Banco aprobó la compra de deuda soberana de España e Italia para impedir que la rentabilidad de los bonos a 10 años de los gobiernos español e italiano, que superaron el peligroso nivel del 6%, siguiera subiendo. Ese día, el presidente del Banco Central alemán, Jens Weidmann, y Jürgen Stark encabezaron en el Consejo la revuelta de un grupo de cuatro personas contrarias a la reanudación del programa de compra de bonos. Los partidarios de la línea dura creen que contradice la filosofía de la institución (que prohibe inmiscuirse en la política financiera de los países del euro), que podría estimular la inflación y fomentar el gasto irresponsable de los gobiernos.

El entorno de Stark confirmó que el economista jefe se marcha para expresar su total desacuerdo con el programa de compra de bonos soberanos. El detonante de la dimisión, según esas fuentes, habría sido la decisión del Consejo de reanudarlo para ayudar a España e Italia. Stark, al igual que ocurrió con Axel Weber, expresidente del Bundesbank, había llegado a la conclusión de que no tendría éxito en imponer sus puntos de vista.

Colapso

Los problemas comenzaron en mayo de 2010, cuando el Banco anunció que había decidido comprar deuda pública para impedir el colapso de Grecia. Fue entonces cuando Axel Weber, entonces presidente del Bundesbank y el más firme candidato para suceder a Jean-Claude Trichet, violó un mandamiento sagrado de la institución que señala que las deliberaciones del Consejo de Gobierno jamás deben llegar a la opinión publica.

Weber, que como consejero del BCE votó contra la medida, confesó en una entrevista que la compra de deuda pública constituía un serio riesgo para la estabilidad de la zona euro, ya que podría causar peligrosas presiones inflacionarias.

La renuncia de Weber no acalló las críticas de Alemania al programa de compra de bonos del Estado. Hace una semana el nuevo presidente del Bundesbank, Jens Weidmann dijo que las medidas de política monetaria y financiera adoptadas en la crisis de deuda de la zona del euro agotaban el marco que tenía la eurozona y los límites entre la responsabilidad de la política monetaria y financiera.

El presidente de Alemania, Christian Wullf, fue más directo. En un encuentro con varios premios Nobel cuestionó la legalidad del programa de compra de bonos.

Jürgen Stark, en cambio, nunca recurrió a los medios para expresar su descontento con el programa, pero todo el mundo sabía que el último halcón alemán en el BCE rechazaba la medida. Ayer, en uno de los días más aciagos para el BCE, guardó silencio y nadie sabe aún si dará a conocer públicamente las verdaderas razones que le convencieron para renunciar a uno de los puestos claves de la institución.

Pánico bursátil

La partida de Stark pone fin, de momento, a la influencia del Bundesbank en el BCE, que siempre veló por la ortodoxia monetaria y la estabilidad de precios. Berlin parece tener ya un candidato a sucederle, el actual secretario de Estado de Finanzas, Jörg Asmussen, economista discípulo de Axel Weber.

La noticia colaboró en el hundimiento general de las bolsas, que cerraron la semana como habían empezado: con un batacazo antológico. Tampoco ayudaron las temores en Wall Street, que operó en un ambiente de pesimismo tras el anuncio del plan para reactivar el empleo de 447.000 millones de dólares presentado por el presidente, Barack Obama.

En este contexto la Bolsa de Milán sufrió el mayor desplome, del 4,93%. En París el CAC-40 perdió un 3,60%; el Dax de Fráncfort cedió un 4,04%. Entre los grandes índices el Footsie de Londres registró la caída menos acusada, del 2,35%.

Los valores bancarios lastraron a la mayoría de las Bolsas: En París el Crédit Agricole perdió un 7,77% y Société Générale un 10,58%; en Milán el primer banco italiano, UniCredit, cayó un 6,62%.

En el mercado de divisas, el euro siguió cediendo terreno frente al dólar y por primera vez desde febrero pasado cayó por debajo de los 1,37 billetes verdes. El barril de petróleo de Brent, de referencia en Europa se pagaba a 111,86 dólares, 2,69 menos que el día anterior.