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Premio a los héroes de Fukushima

El fallo destaca el trabajo «abnegado» y «heroico» realizado tras el tsunami por los voluntarios que trabajaron en la central nuclear El jurado les otorga por unanimidad el Príncipe de Asturias de la Concordia

OVIEDO. Actualizado: Guardar
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La candidatura presentada como Héroes de Fukushima fue distinguida ayer con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Este galardón pretende reconocer la labor realizada por las personas que han luchado contra los devastadores efectos del tsunami que asoló Japón, especialmente en el entorno de la central nuclear siniestrada, pero también se pretende premiar a todo un país y a su «respuesta serena y abnegada» ante una catástrofe de colosales dimensiones.

La candidatura de los héroes de Fukushima, que compitió inicialmente con otras 44, fue propuesta por el exministro español de Industria y de Exteriores, Josep Piqué, que actualmente preside la Fundación Consejo de España-Japón. La decisión del jurado del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia fue adoptada mediante la unanimidad de todos sus integrantes.

En el acta del fallo que leyó el presidente del jurado y del Principado de Asturias, Francisco Álvarez-Cascos, se destaca que la respuesta «abnegada y serena» de los ciudadanos japoneses a la tragedia desencadenada por el tsunami el pasado mes de marzo «tuvo su más alta expresión en los grupos de personas que, llevando esa abnegación a un grado heroico, pusieron en riesgo la vida propia al afrontar en la central siniestrada y su entorno las tareas que evitaron una tragedia humana y ambiental de mayores dimensiones, dando al mundo un ejemplo de coraje ante la adversidad, sentido del deber, defensa del bien común y conciencia cívica».

El jurado de este galardón está integrado por representantes de las instituciones, empresas y entidades que forman parte del Patronato de la Fundación Príncipe de Asturias. El delegado del Gobierno en Asturias, Antonio Trevín, destacó que «en un mundo donde parece que no está definida de manera nítida la frontera entre héroes y villanos, se reconoce la acción de unos héroes nítidos» tras la tragedia japonesa.

El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, ofreció una visión en un plano menos universal y señaló que el premio puede estrechar unos lazos que «se traducirán en que esta gente viajera, amante del turismo, algún día dará alguna vuelta por España».

Las labores para el control de la central nuclear de Fukushima, algunos de cuyos voluntarios podrían desplazarse a finales del mes de octubre a Oviedo para recoger el Premio, fueron desarrolladas por tres grupos de personas.

Arriesgando la vida

De todos ellos destacó el que integraban los voluntarios, en su mayoría empleados de la empresa Tokyo Electric Power Company (Tepco), operadora de la central. Fueron 130 trabajadores en activo, algunos próximos a la jubilación y otros ya jubilados, pero conocedores a la perfección de las singularidades arquitectónicas y técnicas de la central nuclear.

Para aumentar la rotación del personal, fueron contratadas más personas por Tepco, hasta contabilizar los 1.312 operarios que habían intervenido en Fukushima hasta el pasado 3 de mayo.

El segundo grupo de trabajo fue el constituido por bomberos, procedentes de varias prefecturas del país, pero especialmente de Tokio. Ellos fueron quienes participaron en los trabajos de enfriamiento de los reactores, fundamentales para restablecer el control.

Por último, tuvieron un destacado papel las Fuerzas Armadas de Japón, que contribuyeron al enfriamiento mediante el lanzamiento de agua que recogían del mar desde helicópteros, realizaron inspecciones aéreas de daños, acordonaron la zona de exclusión y se encargaron de la evacuación de la población en los momentos en los que los reactores emitían dosis muy altas de radiación, en unos trabajos que se consideran de la máxima importancia.

Como consecuencia del terremoto y posterior maremoto que asolaron el noreste de Japón el 11 de marzo de 2011, murieron en torno a 28.000 personas y se produjeron 350.000 desplazados. La central nuclear de Fukushima sufrió graves daños que provocaron explosiones de hidrógeno y la fusión del combustible nuclear, causando además la muerte, y heridas por radiación, a varias personas que trabajaban en ella.

La emergencia nuclear obligó a trabajar durante varias semanas, en condiciones extremas, a los colectivos que han intervenido, que han tenido que afrontar una elevada radiación, continuas rotaciones, pocas horas de descanso y limitaciones en la alimentación y en el suministro de agua potable. Todo ello es causa de patologías crónicas, como arritmia e hiperventilación. A pesar de las graves consecuencias que tenían conciencia de afrontar, continuaron trabajando para recuperar el control de la central, conscientes también de que, con ello, estaban evitando una catástrofe de dimensiones aún mayores.