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WRESTLING

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Pongamos que circula usted por la calle, se ve envuelto en un conflicto y observa cómo su adversario dobla el brazo en ángulo de noventa grados, extiende los dedos de la mano y comienza a agitarse en rápidos movimientos mecánicos. No le quepa a usted duda: se halla ante un espectador de los combates circenses del 'pressing catch' que, como buen fan, imita los gestos de sus héroes del cuadrilátero. Es impresionante el éxito de este semideporte, que desde hace meses podemos ver en Marca TV. Gigantones con más personalidad de 'clown' que de deportista que componen toda suerte de acrobacias y volatines para alborozo de un público extremadamente crédulo. Porque, en efecto, hay mucha gente que cree que este personal se sacude de verdad. Las repercusiones del 'pressing catch' o 'wrestling' están siendo especialmente acusadas en los niños, que siguen las peripecias de estos personajes como si fueran gladiadores del siglo XXI. De hecho, el fenómeno ha disparado un intenso merchandising que incluye cromos, muñecos, bollos y no sé cuántas cosas más. Los más viejos del lugar recordarán aquellos años en los que esta lucha libre ficticia formaba parte del repertorio de la Telecinco de Lazarov. Desde entonces las cosas han cambiado mucho, y no sé si para bien: la competición se ha convertido en una especie de culebrón televisivo con personajes para todos los gustos -o sea, para cada segmento de público-, desde enanos irlandeses hasta damas de tempestuoso carácter, pasando por supuestos exmarines o granjeros que acuden al ring acompañados por papá. Ya digo que hay gente, y no solo entre los niños, que cree que estos señores se sacuden de verdad. No: precisamente el mérito de los 'luchadores' -porque lo tienen- consiste en saltar, revolverse, arrojarse unos contra otros y caer al suelo sin hacerse el menor rasguño. «No intentéis hacer esto en casa ni en el colegio», dicen los héroes del ring a los niños que les están viendo. Lo malo es que, pese a la advertencia, lo intentan. Quizás habría que plantearse si esto de verdad puede ser un espectáculo infantil.