Cartas

Lorca, 75 años

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Federico García Lorca, gloria indiscutible de nuestras letras, música, artes plásticas... Con su asesinato por los enemigos de la libertad logró erigirse en el aciago símbolo de miles de víctimas; intelectuales, políticos, españoles y españolas de los más diversos oficios del pueblo, liquidados no solo en incivil guerra que tantas vidas segó, sino que hizo de España sometida a 40 años de implacable dictadura y donde para tantos solo existía la muerte, la cárcel, el exilio exterior e interior, sin olvidar explícitas carencias y tácita vulneración, represión de la mayoría silenciosa, nada de «dictadura apacible» como proclamara algún exministro nostálgico del anterior régimen hace solo años. García Lorca, uno de los máximos escritores de la historia, por la valía de su otra -no por su infame final como aún sostienen algunos-, de ahí su prestigio en los cinco continentes. Su asesinato y el de un sin número de españoles y españolas, por el odio, la envidia, las delaciones, la más cainita sinrazón que ha sacudido a la España contemporánea, el holocausto del que muy documentadamente escribe Paul Preston, y en el caso de Federico y tantos otros por la homofobia, sin olvidar sus compromisos con la II República y por ende con el Frente Popular. Durante centurias la intolerancia de las clases acomodadas, que jamás quisieron prescindir de sus privilegios, en flagrante detrimento de los más necesitados. Con Lorca y su crimen quisieron hacer enmudecer la genialidad, la libertad, no lo lograrán nunca, por muchos brotes que ansíen desde las tinieblas de la España negra, siempre anhelante al fanatismo más anacrónico. Federico y tantos ciudadanos y ciudadanas masacrados por los vencedores y salvadores de España, pobre España, es todo un referente a seguir por su fidelidad sin doblez a nobilísimos ideales engrandecedores de la patria aún a costa del sacrificio de la propia vida.