¡ATRÉVETE A PENSAR!

Equilibrio mental

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Todas las personas vivimos con cierta frecuencia momentos de intranquilidad mental, pero lo problemático sobreviene cuando éstos se repiten o cuando se viven con una intensidad obsesiva. Nuestros pensamientos obsesivos, desequilibrantes, inoportunos, dañinos y nada liberadores, lo mismo pueden referirse a nuestro pasado, como al presente o al futuro. En relación al pasado puede que tengamos asignaturas pendientes, experiencias aún no asimiladas, silencios temerosos o momentos de insatisfactoria inacción. En cuanto al presente nos pueden invadir las preguntas más existenciales y la desorientación, la vacuidad de nuestras rutinas, las presiones y depresiones, el poco tiempo para lo más personal, las incomprensiones, el poco reconocimiento de nuestro trabajo... Y respecto al futuro la mayoría de los pensamientos que nos agobian suelen centrarse en las prevenciones, previsiones y, sobre todo, en las 'pre-ocupaciones'. Es evidente que solo podemos actuar en nuestro presente y eso nos puede orientar algo respecto a las focalizaciones excesivamente centradas en el malestar por lo no superado o no realizado (los «debería» o «podría» haber hecho) y en el miedo obsesivo al por-venir (los «ten mucho cuidado» o «ya verás»). Las cosas están como están y nosotros somos como somos; a partir de ahí debemos tener la lucidez necesaria para saber cómo cambiarnos y cómo cambiar esas realidades cercanas que nos incomodan. Los maestros espirituales antiguos coinciden con la física cuántica cuando sostienen que la observación y la mente condicionan y hasta crean la realidad. Según los expertos, el equilibrio y el bienestar personal dependen de un buen estado de salud física, mental y emocional en armonía con el medio ambiente. Conviene que nuestro estilo de vida se apuntale sobre esos parámetros. Se dice pronto y parece fácil, pero todo está muy interrelacionado y existen múltiples circunstancias y cuestiones difícilmente controlables. Retomando la importancia del equilibrio mental solo pretendo apuntar algunas sugerencias o recomendaciones que nos han legado nuestros antecesores. Así Hipócrates halaba del «buen humor» como resultante de la buena mezcla entre nuestros componentes. Según Platón una buena educación mejoraba la mente y el cuerpo y reseñaba la importancia de la higiene mental. Aristóteles pensaba en el equilibrio como término medio entre los extremos y que había que educar la sensibilidad, la imaginación y el buen entendimiento a fin de conseguir la felicidad. Leibniz entendía el equilibrio como la adecuación del entendimiento y la voluntad con la realidad (gran parte del desequilibrio mental se explica como una distorsión en la percepción de la realidad). No tenemos espacio para continuar. Vivimos tiempos complicados entre vaivenes económicos, sociales y políticos que repercuten fuertemente en las expectativas de los jóvenes. Al menos ayudémosles con nuestros limitados conocimientos a invertir en sus propios desarrollos y perspectivas personales.