Los nacionalistas rechazan la iniciativa porque dicen que limita el autogobierno
CiU, IU, Esquerra Republicana, BNG, Nafarroa Bai y UPyD exigen que los cambios en la ley fundamental se voten en referéndum
MADRID. Actualizado: Guardar«Ruptura del consenso», «golpe a la Constitución», «secuestro de la voluntad popular», «chapuza»... La reforma constitucional que promueven PSOE y PP recibió ayer un fuerte rapapolvo de los grupos minoritarios. Denunciaron las formas porque entienden que no se puede reformar la Carta Magna en cuatro días y sin contar con el resto de grupos, que se sienten ninguneados, agredidos y hasta humillados. Y fueron, sobre todo, muy severos con el fondo: la modificación rompe el consenso de 1978 y limita la autonomía financiera de las comunidades.
Especialmente críticos fueron los nacionalistas, CiU, PNV, Esquerra Republicana, BNG y NaBai, pero también IU. Según expresó Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz de la federación catalana, la reforma lapida la capacidad financiera de las autonomías. Y sin ese instrumento fiscal no se puede hablar del Estado de las autonomías, dijo Duran, partidario, como el PNV, de la estabilidad presupuestaria, pero sin limitar el déficit en la Constitución.
Joan Ridao, de ERC, fue más allá: «La reforma es ideológicamente peligrosa». Según el portavoz republicano, Aznar y los 'neocon' son los «padres» de la modificación constitucional que «perpetúa la aniquilación de las políticas keynesianas».
«Nos tememos que hay un impulso recentralizador en esta reforma», señaló Josu Erkoreka, del PNV. «Nos inquieta que sea el inicio de nuevos episodios que al final anulen el escalón autonómico», remató. «Es un golpe a la Constitución, un secuestro de la voluntad popular y de la autonomía de la política y el sistema financiero de las comunidades», se quejó el diputado de IU, Gaspar Llamazares.
Por lo visto ayer, el 'no' de las formaciones minoritarias de izquierda parece claro en la votación del viernes. Otra cosa será lo que hagan PNV y CiU. Aunque la federación nacionalista cree que la reforma supone una «ruptura del proceso constituyente» en «formas y contenidos», Duran dejó la puerta abierta a un acuerdo, siempre que se tomen en cuenta sus tres enmiendas. «Ustedes [PSOE y PP] me piden una adhesión. Veremos si es posible algún acercamiento», concluyó.
El PNV, por su parte, que denunció el «rodillo» que están aplicando las mayorías, calificó la reforma como un «atropello a los procedimientos democráticos», y dijo que «es irrespetuosa con la estructura del Estado», «ineficaz», «innecesaria» y «antieuropea».
Dada la trascendencia de la reforma, la mayoría de los grupos minoritarios -el PNV no aclaró su postura- coincidieron en reclamar que el texto sea votado por la ciudadanía en referéndum. «La soberanía popular ha sido sustituida por la de los mercados», señaló Llamazares. «Permitan la opinión de la ciudadanía y sometan a referéndum lo que en realidad es un golpe a la Constitución», dijo. Rosa Díez, de UPyD, emplazó a los diputados a que voten lo que dicta su conciencia. «Esto es una chapuza jurídica, un atropello democrático, ustedes devalúan el valor de la Constitución», recriminó a PP y PSOE. «Tienen miedo a la democracia», les espetó. «No se entiende el miedo a que la gente se exprese», apuntó en esta línea Uxue Barkos, de NaBai.