
De 'idus' y majaras
Clooney vuelve al escenario del crimen: la ciudad de los 'Canalis'
Actualizado: GuardarNo conozco a nadie que piense en Venecia como ciudad de negocios. Por supuesto, lo es. Hoy en cualquier parte del mundo, por romántica que sea, lo que prima es el negocio. Y en Venecia, donde pueden fácilmente clavarte doce euros por un capuccino, más que en ningún otro sitio. Sin embargo, oyes la palabra Venecia y no piensas en la Bolsa, ni en transacciones, ni en primas de riesgo, sino que la asocias de inmediato al amor, al romance y a esa bella pero empalagosa canción de Aznavour titulada 'Venecia sin ti'. ¿La recuerdan? Pues canten, cántenla conmigo: «Qué callada inquietuuuuud, qué tristeza sin tiiii... Qué distinta es Venecia si me faltas túuuuu...» Vale, vale. Basta de melancolía, porque 'Venecia sin ti' ya está con él. Me refiero al hombre que representa el ideal masculino del 99,9% de las mujeres occidentales: George Clooney. Al 0,1% restante nos pasa que tenemos muy mal gusto y que, igual que el 'tío Oscar', entre el impecable Clooney y el desgreñado Jeff Bridges, nos quedamos con el desgreñado Jeff Bridges. Pero como ciegas tampoco estamos, a Clooney lo que es de Clooney... Que una cosa es que cuando llueve se le llene la boca de agua y otra que sea feo. El actor abre esta noche el Festival de Venecia con una película titulada 'Los idus de marzo'. La pregunta es ¿del brazo de quién? ¿Tendrá el cuajo de cambiar a Elisabetta Canalis por esa vulgar luchadora de 'Pressing Catch' con quien se le relaciona? ¿O ella también ha pasado a la historia tras declarar que su hombre ideal es Brad Pitt? Hace dos años, Clooney y Elisabetta se comían a besos bajo cada puente veneciano. Hace dos años, para Clooney la ciudad de los canales pasó a ser la de los Canalis. Y, ya puestos, la de los canalillos. Pero eso acabó. Y ahora Venecia podría vengarse de él contagiándole el 'síndrome Aznavour', una malsana y pegajosa añoranza a no se sabe muy bien qué o quién, acompañada del incesante martilleo mental del estribillo de esa famosa canción: 'Una góndola va...' Nuestro George podría acabar realmente 'idu'.
Y hablando de eso... ¿Hay que estar ida o majara para rechazar a un marajá? Lo pregunto por Carmen Lomana. A ella sí que se le llena la boca, pero de orgullo, al proclamar que le ha dado calabazas al marajá de Udaipur. Tal vez el que de verdad esté majara sea él por fijarse en quien no debe. Pero en cualquier caso Carmen ha perdido una ocasión estupenda de emular a Anita Delgado. Sí, ya sabemos que el matrimonio de Anita con el marajá de Kapurtala acabó como el rosario de la aurora, pero las esmeraldas, los diamantes, los rubíes y esa pensión vitalicia que sacó la cupletista qué, ¿no cuentan? Me choca que una mujer de negocios como Lomana no haya visto escrita en la mirada, en la luenga barba blanca y hasta en el turbante de ese marajá su palabra favorita... ¡Cash!