Editorial

Mediocres perspectivas

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Ayer tuvo lugar una reunión extraordinaria en la Eurocámara en la que participó el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, junto a los presidentes del BCE, Jean-Claude Trichet, y del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Los intervinientes desmintieron la supuesta necesidad de recapitalización urgente de los bancos europeos que había exigido la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. La impresión que los eurodiputados obtuvieron de la reunión fue inquietante. Trichet reconoció hoy que prevé un crecimiento «modesto» del PIB en la zona euro a causa de la fragilidad presupuestaria de muchos países dentro y fuera de la UE y a las incertidumbres en los mercados. Y para evitar males mayores, recomendó vivamente que los países de la moneda única «pongan en práctica las medidas adoptadas» en la última cumbre de la zona euro. Rehn compartió estos criterios y se mostró preocupado por la influencia de las turbulencias de los mercados financieros en la economía real. Mientras se emitían estas opiniones poco tranquilizadoras, el FMI anunciaba una nueva revisión a la baja de las previsiones para España, que crecerá un 0,7% este año y un 1,3% el próximo, lo que representa un recorte de una y tres décimas respectivamente. De mal en peor.