Hacia la Constitución neoliberal
Actualizado: GuardarLos hagiógrafos (convencidos o conversos) de la libertad liberal parecen haber entrado en un desatado frenesí propagandístico con ocasión del bicentenario. Pero a estas alturas, quienes por una u otra razón no tienen que andar hilvanando tópicos, mitos o lugares comunes, saben perfectamente que las revoluciones liberales contra el absolutismo monárquico no acabaron ni con el absolutismo ni con la monarquía. No eran esos los objetivos de aquella burguesía que hoy tanto la derecha (consecuentemente) como la izquierda (vergonzantemente) quieren presentarnos como gestora histórica de nuestras actuales libertades.
Con la caída del Antiguo Régimen, y tras una tergiversada Revolución, la burguesía comercial, industrial y financiera, haciendo uso de un exquisito pragmatismo empresarial típico de aquella clase privilegiada, decidió que la monarquía podía quedarse entre nosotros aunque desactivada, reinando, aunque no gobernando, como se suele decir. El absolutismo en cambio, también con un creativo toque de maquillaje, no sólo no se desactivó, sino que alcanzó altas cotas de sibilina actualidad desde entonces hasta nuestros días: esa es 'la mano invisible', aunque contundente y despótica, de los mercados, el ecosistema propio de la libertad liberal.
Este absolutismo no sólo ha pervertido la posibilidad de una democracia digna de su nombre, sino que ha obstaculizado y desactivado la soberanía popular, convirtiendo el espacio público en un teatrillo donde unos actores privilegiados juegan descaradamente con el resto del personal, determinando sus destinos, sometiendo la voluntad soberana del pueblo y jugando peligrosamente con las cosas de comer, todo ello permitido y amparado por un contrato asimétrico e indiferente con las graves injusticias y desigualdades (legales) que hoy corroen las entrañas de las sociedades que se dicen democrático-constitucionales de Derecho.
Ahora vienen tiempos de revisión y puesta al día de esos viejos contratos basados en una libertad liberal ya superada por unos acontecimientos de diseño netamente neoliberal. Se pretenden mayores márgenes de libertad (liberal) para la mano invisible. A España parece que se la quiere a la vanguardia de ese movimiento. Dado que no se va a permitir presentar enmiendas al paradigma, los hagiógrafos de la libertad andan ya repartiendo Biodramina para el vértigo, pues son previsibles vómitos masivos.