Gavilán o Palomo

Ya lo dice Gadafi. «Las condiciones de la mujer europea son trágicas. A veces se las obliga a hacer trabajos que no desean». Bueno, que se lo pregunte a sus queridas 'velinas'... Aunque quizá no haya que irse tan lejos. Isabel Pantoja, por ejemplo. Ahora va de concierto en concierto encantada de la vida, de su público e incluso de conocerse. Pero no hace mucho renegaba de su oficio de tonadillera y juraba por lo más sagrado que, a poco que su Cachuli la retirara, se iba a pensar muy despacio si volvía a pisar un escenario. Julián Muñoz, como todo el mundo sabe, no solo no la retiró sino que a quien retiraron de la circulación fue a él por la vía de meterlo en la cárcel. Su gitana se quedó compuesta, sin novio, sin plan de pensiones y con un juicio pendiente. Así que no le quedó otra que hacer de la necesidad virtud y volver a enamorarse de su trabajo. Y, por más que a Gadafi le cueste creerlo, lo ha conseguido. Ahora disfruta sobre el escenario como en sus mejores tiempos. Había que verla anteayer en La Coruña... En realidad, la flojera laboral que le asaltó a Isabel es bastante frecuente en cualquier trabajador/a que llegue al filo de los 50 y lleve currando desde los 25. Tiene su lógica. Miras atrás y te aplasta el peso abrumador de esos cinco lustros haciendo lo mismo. Miras adelante y compruebas con desolación que te quedan otros cuatro (o cinco al paso que vamos). ¿No hay forma de parar esto? ¿Puede alguien bajarme de aquí? Y a veces sí hay alguien dispuesto a bajarte de ahí. Una de las formas más originales de escapar del síndrome 'burnout' (el del trabajador quemado) la ha inventado Alfonso Díez, futuro marido de la duquesa de Alba. Lo suyo es el braguetazo entendido como una de las Bellas Artes.

Pero no es necesario llegar a tal grado de audacia y sofisticación. Para salir de la 'middle age crisis' laboral a algunos les basta con cambiar de oficio. Brigitte Bardot, por ejemplo, cansada de actuar, cambió la máscara de actriz por la de activista. Y ahora va por la vida a cara de perro. Su cacareado amor por los animales le proporciona la excusa perfecta para dar rienda suelta al desprecio que siente por los humanos. Sí, pero ¿qué ocurre cuando lo que te tiene quemado es tu cónyuge? ¿Qué pasa con la 'middle age crisis' matrimonial? Pues una de dos: o haces de la necesidad virtud, como la Pantoja, y vuelves a enamorarte de la copla (la 'couple' en este caso), o sigues la senda de Pepe Bono, Pastora Vega, Mariló Montero y te separas. Es lo que acaban de hacer, para pasmo del respetable y tras 34 años de matrimonio, Marina Danko y Sebastián Palomo (Gavilán para los que le consideran culpable de la ruptura) Linares. Hablan de infidelidad de él, de aburrimiento de ella... ¿Tras 34 años casados? Que no se engañen. La causa principal solo puede ser una: el queme.