La Sexta Avenida de Manhattan, prácticamente desierta por el paso del huracán 'Irene' en Nueva York. :: AP
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Nueva York vuelve a la vida

La ciudad recupera su ritmo habitual tras el paso del huracán 'Irene', que dejó al menos 14 muertos en EE UU

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Cuando el alcalde Michael Bloomberg se despertó ayer a las 6 de la mañana, después de tres horas de sueño, lo primero que hizo fue acercarse a la ventana. «Nos hemos librado de lo peor», suspiró.

Acababa de pasar a la historia como el primer alcalde de Nueva York que ordenaba la evacuación forzosa de la ciudad que nunca duerme, pero aunque el huracán 'Irene' solo dejó calles inundadas y árboles caídos, Bloomberg no tenía ningún remordimiento. «Lo volvería a hacer sin dudarlo. A nadie le gusta parar la economía de la ciudad ni incomodar a la gente, pero las vidas humanas son más importantes. Nosotros no estábamos dispuestos a arriesgar ni una y hemos conseguido salir de esto sin ninguna víctima mortal», dijo en conferencia de prensa. «Tuvimos el mejor escenario posible: tomamos todas las precauciones y no fueron necesarias».

El paso del ciclón -que su paso por la costa Este se cobró al menos catorce vidas en los estados de Connecticut, Carolina del Norte, Florida, Nueva Jersey y Virginia- forzó la evacuación de las 40.000 personas que viven en los edificios de protección oficial que bordean el sur de Manhattan. No tanto por el miedo al huracán sino porque la ciudad les cortó el agua y el servicio eléctrico. Quienes vivían en las plantas altas se enfrentaron a la perspectiva de quedarse encerrados durante días sin ascensor ni servicios, que anoche todavía no les habían sido devueltos.

La mayoría de estas familias de bajos ingresos se refugió con otros familiares o amigos, mientras que unas 8.000 personas que no tenían donde ir fueron trasladadas en autobuses a los albergues municipales. En el de las calles de Esex y Grand, el encargado se plantó ayer en la puerta para impedir que se le fueran antes de que el Ayuntamiento levantase la alerta a las 6 de la tarde, pero desde por la mañana la lluvia se había vuelto fugaz y los vientos no eran suficientes para mantener a la gente en el inhóspito colegio. «No tengo potestad para arrestarlos», se resignó el funcionario.

Una de las que escapaba en ese momento era Diana Suárez, una puertorriqueña que empujaba pesadamente un carrito de la compra en el que había metido las provisiones que le habían dado y la ropa con que se marchó de casa. «He llamado a mi vecina y me ha dicho que allí no se ha inundado nada, pero que el ascensor sigue sin funcionar. Yo me voy a mi casa y ya me ayudará alguien a subir».

«Estábamos seguros»

La mujer lamentaba no haber pegado ojo en toda la noche, «entre el griterío de los niños y la gente que no paraba de hablar», pero no por eso le guardaba ningún rencor al Ayuntamiento. «Si hubiera venido fuerte como temían sólo Dios sabe cuántas vidas se hubiera llevado por delante. Por lo menos aquí estábamos seguros». Otros, como Anthony Wilson, que vive en el Bronx, se disponía a pasar una segunda noche en el albergue porque el transporte público no se restablecerá hasta hoy.

«Se tardó 8 horas en cerrar el sistema de transporte y se tardará significativamente más en ponerlo en marcha», advirtió el comisionado de Policía Ray Kelly. Para empezar, porque muchas estaciones estaban inundadas y porque la evaluación de daños tenía que hacerse a pie por todos los túneles de la red. Antes de repararlos tenían que ser inspeccionados por Fema, el organismo federal de emergencias que otorgará ayudas del Gobierno. «Va a ser un lunes muy difícil», respondió el alcalde cuando se le preguntó cómo iría la gente a trabajar.

Para una ciudad permanentemente en la lista de objetivos terroristas, el huracán 'Irene' ha proporcionado la oportunidad de poner a prueba su plan de evacuación. El invaluable simulacro ha demostrado que se puede parar Nueva York simplemente con apagar el transporte público. Hasta las tiendas de Chinatown que no conocen obstáculos habían cerrado, porque debido a los precios prohibitivos de Manhattan sus empleados viven en Queens. Este último barrio fue el que sufrió el mayor número de cortes de electricidad: 28.000 de los 62.000 hogares neoyorquinos sin suministro seguían anoche sin luz.