Editorial

El rescate de la vivienda

El retorno de la economía al crecimiento requiere de la recuperación del sector

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Durante el largo período de recalentamiento de la burbuja inmobiliaria, la vivienda fue perdiendo su función social para convertirse en un simple activo que hizo ricos a los especuladores. Pese a que se mantuvieron los estímulos fiscales hasta el estallido de la burbuja y a las facilidades inauditas que daban los bancos a cualquiera que solicitase una hipoteca, la subida en vertical de los precios hizo que la vivienda en propiedad fuera cada vez más un lujo inaccesible para más gente. La recesión golpeó muy duramente al sector de la construcción residencial, la demanda se hundió y los precios comenzaron a bajar lentamente en un proceso deflacionista que todavía continúa. Y el mercado quedó inundado de viviendas vacías, que podrían llegar a un millón y medio contando las segundas residencias costeras. Lógicamente, el Gobierno eliminó la desgravación por compra de vivienda y el nivel de compraventas se ha reducido a la mínima expresión en los últimos tres años. En parte por el efecto psicológico y material de la crisis (muchos jóvenes en edad de independizarse y muchos inmigrantes sin vivienda se han quedado en paro), en parte por las restricciones al crédito del sistema financiero, en parte porque los potenciales compradores están a la espera de nuevas bajadas de precio. La situación es tan preocupante que el propio Gobierno ha decidido incentivar temporalmente la compra de viviendas nuevas reduciendo a la mitad el IVA aplicable, una medida que trata de ayudar sobre todo a los bancos, que poseen el mayor stock de viviendas. Es dudoso sin embargo que esta medida despeje las incertidumbres y reactive el sector. El PP, por su parte, ha anunciado que recuperará los incentivos a la compra de la primera vivienda. El sector de la construcción residencial no volverá a ser lo que fue, pero el retorno de nuestra economía al crecimiento económico requiere que se recupere de su postración y alcance una envergadura del orden del 6% del PIB. Para ello, el Gobierno que salga del 20-N tendrá que adoptar una política de vivienda realista, de forma que se produzca el completo rescate del sector y su retorno a la actividad en cuanto el sistema financiero retorne a la estabilidad.