LOS NOMBRES DE IRENE
Actualizado: GuardarQuienes vean el telediario no necesitan leer el Apocalipsis. Las diversas y monótonas catástrofes del mundo se nos presentan todas juntas, si bien no por orden alfabético. Hay ejecuciones sumarias en Trípoli, mientras se busca al exsátrapa por todas partes, pero como no hay luz es muy difícil encontrarlo. En México, tras la matanza horripilante de Monterrey, donde unos criminales incendiaron un casino, el presidente, Felipe Calderón, le echa la culpa de todo a los Estados Unidos, que le vende drogas y armas a los delincuentes. El mal existe, ya que «son buenos los buenos, mas poquitos» y el desequilibrio es constante. Para comprobarlo es ilustrativa la lectura de la Biblia, ese libro escrito por muchos y en muchos tiempos. Abunda en sublimes ejemplos y en partes meteorológicos y sale mucho el crujir de dientes. Si en aquellas épocas hubieran existido los odontólogos, se inflan. Ahora al cúmulo de desgracias le estamos llamando 'Irene'. El huracán que según Obama va a ser «histórico» ha hecho que el alcalde de Nueva York ordene la evacuación de quienes viven en las zonas más bajas de la ciudad, que son unos 250.000 neoyorquinos.
Quizá sea cierto eso de que a nadie le han tocado unos buenos tiempos en los que vivir. Incluso en las épocas más bellas, la fealdad y la injusticia de la vida estuvo presente y solo unos cuantos privilegiados insolidarios lograron eludir el contacto con la maldad. A veces la llamada madre naturaleza se venga por adelantado, pero quizá no siempre la emprenda con sus eventuales huéspedes. Durante el siglo pasado hemos cometido todas las tropelías imaginables con esa anciana señora. La última, la de Fukushima, ha provocado el endeudamiento de Japón, que era la tercera economía del planeta. Le hemos puesto un armonioso nombre de mujer al huracán que se avecina, pero siempre nos han corrido malos vientos. 'Irene' es la mujer invisible y está en todas partes. Aparece cuando menos se la espera, aunque conviene esperarla siempre.