«Sería una irresponsabilidad que desapareciera la única azucarera»
La organización Asaja pide ayuda a la industria y a la administración para salvar la remolacha frente a visiones «catastrofistas»
JEREZ. Actualizado: GuardarLa organización agraria Asaja ofreció ayer su balance sobre las campañas de remolacha y girasol sin querer caer en el «catastrofismo». El presidente del Grupo Remolachero de Cádiz, José Manuel Díez, ofreció primeros los datos para a continuación exponer su visión de la situación: una campaña que ha durado 67 días y que ha concluido el 14 de agosto, en la que se han molturado en total 566.000 toneladas. En cuanto a la calidad en general ha sido «buena» si bien el problema viene cuando salen a relucir los precios del cultivo.
Frente a la amenaza de COAG de dejar de sembrar si no aumentan los precios, lo que podría hacer que la azucarera no abriera sus puertas en la próxima campaña, Asaja opina que «hay que intentar que la industria se siga manteniendo aquí». Dicho de otro modo: «Sería una enorme irresponsabilidad que en todo el sur de Europa desapareciera la única industria transformadora que tenemos», en palabras de Manuel Vázquez, presidente de Asaja.
Según la explicación del presidente del Grupo Remolachero de Cádiz, José Manuel Díez, el 65% del precio de la remolacha corresponde a la raíz y el 35% restante a las ayudas, quedando el montante final en unos 42 euros por tonelada.
El problema es que las citadas ayudas «tardan mucho en pagarse y hay agricultores que están entregando la remolacha del año que viene y no han cobrado todavía la de este». Ello supone «un auténtico debacle en la tesorería de los cultivadores», en sus propias palabras.
Díez aboga por «trabajar para que el cultivo sea rentable vía precios», algo en lo que tienen que colaborar los agricultores, la industria y las administraciones públicas. Pero gran parte de la culpa, insiste, la tiene la administración autonómica, ya que «los pagos de ayudas se han diferido del orden de los 18 meses». Desde el punto de vista de Asaja, debe haber un incremento de los precios de raíz y además deberían adelantarse dichas subvenciones.
El hecho de que los cobros de las mismas estén vinculados a la Producción Integrada es otra de las dificultades que observa la organización agraria, ya que por ejemplo impide que se produzca la rotación. «Lo que hacen es meter al cultivo en un callejón sin salida», asegura por su parte el secretario general de Asaja Cádiz, Cristóbal Cantos.
«El gran problema -añade- es que ni siquiera están facilitando financiación, ya que si al menos nos entregaran la resolución del compromiso podríamos ir a la banca. Por tanto ahí hay un incumplimiento».
El presidente de la organización agraria, Manuel Vázquez, subraya por su parte que el precio de la remolacha «es una foto fija del de hace cuatro años». Por ello, «no se puede estar continuamente sembrando por debajo de los costes», entre otras razones porque el cultivo no puede competir con el resto de productos.
Si se suman todos los factores anteriormente enunciados, «llueve tres veces sobre mojado», asegura el presidente de Asaja.
Pero en Asaja no creen que la rendición sea la solución y por ello apuestan por poner la remolacha a disposición de la industria: «Hay que procurar que no se desinvierta en la zona y Asaja, frente a los catastrofismos, aboga por la continuidad del cultivo en la provincia, procurando que sea competitivo y ajustado a lo que tienen que pagar, buscando fórmulas con la industria», señala Vázquez.
«Y si la industria quiere azúcar refinado que lo diga, pero nosotros apostamos por seguir siendo remolacheros», concluye Vázquez.