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El obispo del cante llega a la Catedral
El cantaor sevillano confiesa que gracias a su música se han despertado muchas conciencias dentro de la etnia gitana Juan Peña, 'El Lebrijano', ofrece esta noche un recital flamenco gratuito en Cádiz
SANLÚCAR Actualizado: GuardarCaballero de voz quebrada y mirada nostálgica. Invierno en las piernas y primavera en la mirada. Cantaor ortodoxo que bebe libertad en sus acordes. Cuerda y garganta desde Sevilla hasta los puertos de Cádiz. Juan Peña, 'El Lebrijano', recala hoy en la Tacita de Plata para regalar a los gaditanos todo su arte y duende en el concierto gratuito que el Ayuntamiento tiene previsto en la plaza de la Catedral a las 22.00 horas. El virtuoso ama a esta tierra y conoce su esencia. Por ello, desea que el público le responda con especial cariño. «Intentaré cantar muy bien, lo mejor que pueda. Con esto lo digo todo. Llevamos un plan preconcebido, pero doy libertad a la sorpresa. Uno siempre prepara sus actuaciones, pero cuando llega el arte, se para todo. No obstante, eso no siempre pasa», asegura el añejo artista.
Y es que, 'El Lebrijano' guarda en su guarida de recuerdos noches y días enteros de flamenco. Vivencias de risas y compadreo donde ha compartido anécdotas con los más grandes. Figuras hechas leyenda de las que ha bebido picaresca y sabiduría. « Yo aprendí a cantar junto La Niña de los Peines y Antonio Mairena, que fueron mis padrinos de boda. Ellos me enseñaron todo lo que tenía que saber. Antonio no tenía coche y me llamaba siempre para que lo llevara a cantar. Cuando llegaba a su casa nos tomábamos un par de vasos de whisky y pa' Mairena. Además, tenía la habilidad de que se bebía una botella de Chivas y no se le notaba, yo con tres copas, ya estaba mareado. Tenía un hígado fantástico. Nos daban muchas veces las cuatro de la mañana de juerga. Lo malo era siempre la vuelta. Me reía muchísimo con él», recuerda el cantaor de Lebrija entre risas.
Vida de duende
Juan Peña 'El Lebrijano' es un artista de cuna de lunares y abanicos de colores que creció entre volantes y al que el cante cogió por sorpresa. «Yo nací en una familia donde todos los cantaores de la época venían a mi casa. Mi madre cantaba muy bien y mi padre disfrutaba mucho el cante. Él se dedicaba a sus negocios y le iba muy bien. De hecho, yo no pensaba dedicarme al artisteo y continuar con su legado. Pero, un día se pusieron malos dos cantaores y tuve yo que sustituirles. Así empecé». Despertó la melodía en su voz y conquistó el tacón de virtuosos como el bailaor Antonio Gades, con quién compartió cinco años de su vida de flamenco. «Si un bailaor no sabe de cante, difícilmente podrá seguirlo nunca. Recuerdo que cuando empecé a ensayar con su compañía me di cuenta de que Antonio entraba después del dogma, es decir que entraba tarde. No al descompás, pero sí a destiempo. Así que, poco a poco, aprendí sin darme cuenta a cantar donde comenzaba la danza. En su cuadro había jerarquías. El cantaor principal estaba siempre más adelantado, al igual que el primer bailarín; yo no entendía de clases y muchas veces me quedaba rezagado y echaba una cabezadita en las cortinas (risas). Antonio se ponía 'negro'. Sintieron mi marcha, pero ya llevaba cinco años viajando en coche y era el momento de cambiar», explica El Lebrijano.
Pero no solo Gades fue compañero de batallas líricas con el cantaor, también se cruzó en su vida el mítico Camarón de la Isla. « Era una persona de extraordinaria inteligencia, en contra de lo que la gente pueda pensar. Canté con él en cientos de festivales. Un día, después de un espectáculo en Alemania nos vestimos los dos de gitana. Yo tuve que coger el traje el de María Vargas que estaba embarazada, porque los otros no me cabían (risas). Nos subimos los dos al escenario de esa guisa y un aficionado nos reconoció», recuerda entre carcajadas el artista sevillano.
Visita a Alemania
Sin embargo, no todo ha sido jaleo en su trayectoria profesional. El lebrijano es un cantaor comprometido con el flamenco y con su raza gitana. Con su disco 'Persecución' iluminó el camino a seguir a muchas conciencias. Un proyecto que vio la luz en la etapa franquista y que caló hondo en la etnia gitana ubicada en las fronteras alemanas. País que ha visitado recientemente y en el que ha regalado un recital en homenaje a las víctimas del holocausto nazi.
Toda una leyenda del flamenco que emana sabiduría. Un libro abierto de buen humor y majestuosidad del que leer páginas enteras de melancolía flamenca.
Esta noche, la ciudad de la plata recibe a este obispo del cante jondo a las 22.00 horas en la Catedral. Llega el caballero a Cádiz; el señor del quejío roto y el timbre añejo, el duende de Sevilla que veranea en Sanlúcar de Barrameda.