La pregunta de Pablo

Cientos de miles de jóvenes arroparon con su presencia la visita de Benedicto XVI a Madrid. Pablo G. García fue uno de ellos. Mientras los primeros jaleaban y entonaban cánticos al Santo Padre, Pablo le formuló una pregunta demoledora: «No entiendo por qué Dios permite que pasen cosas malas a inocentes». Con gesto serio, su rostro reflejaba el inmenso calvario, el verdadero peregrinaje que está siendo su vida. Pablo busca, necesita respuestas: ¿Qué mandamiento ha vulnerado? ¿Qué pecado ha cometido? ¿Por qué a él? Mientras espera contestación de Su Santidad, el sacerdote José Pedro Manglano autor de 'Nadar contra corriente: El papa más sincero y más íntimo' adelantó una carta a Pablo en la que argumenta: «el cáncer como realidad, y no como enfermedad, puede ser el modo de expresas la entrega amorosa que llega hasta la donación de la propia vida». Una respuesta así es inasumible para un crío cuya pretensión es ser como los demás: jugar, vivir, tener un proyecto de futuro. Seamos creyentes o no, Pablo representa a nuestro hijo, hermano, sobrino, amigo... Su esperanza es la nuestra.