Combates en la capital. Un grupo de rebeldes libios intercambian disparos con fuerzas leales a Muamar Gadafi en Trípoli. :: AP
MUNDO

Desesperada resistencia final de Gadafi

El dictador continúa desaparecido, mientras sus fieles resisten en el complejo presidencial la ofensiva rebelde

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Trípoli tiene dos caras. La cara alegre y festiva de miles de civiles y milicianos que festejan en lugares emblemáticos como la plaza Verde, ahora plaza de los Mártires, la victoria de la revolución, y la cara sangrienta del cerco a Bab el-Aziziya, refugio de Muamar Gadafi, cuya cabeza sigue siendo el gran trofeo que busca la oposición para coronar su revolución. Tensión y alegría se mezclan en la atmósfera de una ciudad en la que la búsqueda del dictador sigue siendo el principal objetivo a cumplir.

Los milicianos se han hecho sin apenas resistencia con «más del 80% de Trípoli», según el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini. El presidente del Consejo Nacional Transitorio, Mustafá Abdul Jalil, proclamó que «la era Gadafi ha terminado», aunque el líder libio al que le espera «un juicio justo», según Abdul Jalil, sigue en paradero desconocido. Este cambio de era no significa de momento que hayan terminado los enfrentamientos. Durante toda la jornada de ayer siguieron produciéndose «combates esporádicos», según los mandos rebeldes, a lo largo de una ciudad cuyo aeropuerto también ha sido liberado. En declaraciones de milicianos a distintas cadenas árabes «los francotiradores son la mayor amenaza», también alertan de la presencia de «grupos gadafistas que circulan por las calles en vehículos a toda velocidad y disparan contra los grupos que festejan el fin de la dictadura». Estas celebraciones se extienden por todos lados, en las casas ondean las banderas tricolores de la revolución y al grito de «¡Dios es grande!» miles de personas se sacuden el miedo de 42 años de dictadura.

Mientras la lucha abierta sigue en torno al cuartel general de Gadafi, tres de los hijos del dictador están en manos del Consejo Nacional Transitorio (CNT) y otro, Jamis, comadante de la fuerza de élite del Ejército gadafista, podría haber muerto en los combates que se libran cuerpo a cuerpo en la capital junto al jefe de los servicios secretos, Abdalá al-Senusi, según informó Al-Yasira.

El CNT envió su primera delegación a Trípoli para empezar a preparar la transición desde la capital. Los emisarios rebeldes volaron a las montañas de Nafusa y de allí, vía Zauiya, llegaron a la ciudad siguiendo la misma ruta que sus unidades militares han empleado para la batalla final. La vía más segura porque en el paso de Ras Jdir se volvieron a producir enfrentamientos a lo largo de la jornada. El prisionero más preciado es Saif al-Islam, la mano derecha del dictador y el vástago que estaba llamado a heredar el poder. Las nuevas autoridades libias se negaron a negociar su entrega al Tribunal Penal Internacional porque desean que los procesos judiciales se lleven a cabo dentro de sus fronteras.

Desintegración

El régimen está en pleno proceso de desintegración y junto a las detenciones de los familiares de Gadafi, sigue el goteo de dirigentes que hacen las maletas para refugiase en la vecina isla de Djebra, que se está convirtiendo en una especie de santuario gadafista. Según los medios tunecinos, ayer fue el turno del primer ministro, Mahmudi al-Baghdadi, que se une a una larga lista de personalidades que han dado la espalda a su líder. Las autoridades rebeldes se apresuraron a pedir a los dirigentes tunecinos la extradición de las figuras más relevantes para poder llevarlas ante la Justicia. La crisis libia parece tocar a su fin y desde el extranjero no faltaron los llamamientos a Gadafi para que pusiera fin a la resistencia y diera paso al cambio. Pero el dictador parece dispuesto a cumplir su palabra de «resistir hasta el final» -aunque sigue sin estar claro que permanezca en el complejo de Bab al-Aziziya- que ha mantenido en sus últimos tres mensajes de audio.

Desde que el sábado los combates llegaran a las calles de Trípoli nadie ha visto a Gadafi en público y parece que no será fácil hacerlo ya que los rebeldes aseguran que se han hecho con el control de la radio televisión pública. De la misma manera, también tienen bajo su control los centros de telecomunicaciones por lo que se ha restaurado Internet y la telefonía en el país, ambos servicios llevaban seis meses cortados por órdenes del régimen. Por enésima vez desde que los rebeldes lograron cercar Trípoli las autoridades surafricanas negaron los rumores sobre el envío de un avión para rescatar a Gadafi. También se especuló con su huida a Argelia y Chad, pero los rumores no detuvieron la lucha por Bab el-Aziziya donde se ha refugiado en los últimos meses. Desde el extranjero llega un doble mensaje que pide la rendición inmediata del dirigente libio y apela a la responsabilidad de los rebeldes para no cometer actos de venganza con los soldados capturados, ni llevar a cabo saqueos o actos de pillaje.

La OTAN -que desde su entrada en escena en marzo para imponer la zona exclusión aérea ha tenido un papel fundamental en el avance militar rebelde- aseguró que «la misión no ha terminado», pero sus responsables informaron de que en el futuro próximo la misión podría cambiar y reorientarse al entrenamiento de las nuevas fuerzas libias. Unos planes que aun no cuentan con la aprobación del Gobierno de transición que desde el comienzo han mantenido que la marcha de Gadafi debe marcar el punto final de esta misión militar.

La toma de Trípoli también ha servido para que la Casa Blanca se uniera a países como Francia, España o Inglaterra y decidiera reconocer al ejecutivo rebelde. El presidente Barack Obama declaró que Muamar Gadafi «debe reconocer que su régimen ha llegado a su fin y abandonar el poder de una vez por todas».