Cartas

El cliente no siempre tiene la razón

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Aparte de que en nuestra etapa de mayor desmadre o descontrol, es decir, entre los dieciséis y veintitantos años de edad aproximadamente, no podíamos cruzar nuestras fronteras sin pasar previamente por el correspondiente control fronterizo, tampoco disponíamos del dinero necesario para acudir de juerga a otros países; además de la escasez de información y de opciones existentes al respecto para quienes procedíamos de familias trabajadoras. Pero, aun si hubiésemos tenido la posibilidad de acceder a semejantes alternativas, me resulta complicado imaginar un escenario en el que protagonizáramos disturbios callejeros y enfrentamientos con la policía en una nación extranjera. Por ello, no es fácil entender lo que está ocurriendo en la Costa Brava, donde grupos de jóvenes turistas finalizan la noche causando graves altercados callejeros. ¿Acaso el gasto de unos euros otorga el derecho a mantener comportamientos antisociales? ¿Qué imagen se está cosechando?