CITA IMPOSIBLE

KATHARINE HEPBURN

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Un rendido admirador de Katharine Hepburn compró al poco de su fallecimiento el apartamento en el que la actriz vivió cerca de sesenta años. Está en los Turtle Bay Gardens, calles 48 y 49, entre la Segunda y la Tercera Avenida de Nueva York. Es un lugar para residentes adinerados, con jardines y cierta vegetación que recuerda a la Connecticut natal de la 'Great Kate', el apodo que le pusieron en Hollywood por ser irredenta, por negarse al maquillaje integral o por no someterse a la esclavitud impuesta por el falso 'glamour'. Un poco más allá de su apartamento, muy cerca del edificio de las Naciones Unidas, la municipalidad también ha bautizado unos pequeños jardines con el nombre de la estrella. Pero la mejor cita con el recuerdo mitómano de la actriz está en la que fue su propia casa. Cuando salió a la venta, la agencia inmobiliaria enseñó unas fotos de sus interiores. Una de ellas mostraba un vestidor lleno de espejos, como si su fin principal hubiera sido el de enseñar a una mujer presumida y relamida todos los ángulos posibles de su belleza incuestionable. Un detalle curioso, aunque muy poco acorde con el talante progresista e indómito de una mujer para la que el atractivo y la belleza eran elementos reales, pero subordinados a la inteligencia y la independencia. Menos mal que el cotilleo y la malidecencia del barrio cuentan dos anécdotas de la actriz bastante más próximas a su fuerte personalidad. La primera se refiere a la bofetada que le dio a su vecino y amigo Garson Kanin, por el simple pecado de haber escrito sobre sus relaciones con Spencer Tracey. Y la segunda es el meneo que le dio a un ladrón desde su piso hasta la calle, pasando por las escaleras, porque había tratado de robarle en su casa el collar de zafiros y diamantes que le regaló Howard Hughes.