Ecuanimidad y coherencia

Las noticias relativas al cierre de centros de salud y a la disminución del horario en la atención de las urgencias, a los recortes de las plantillas de profesores en la enseñanza pública o a la ralentización y acumulación de trabajo en los juzgados por carencia de personal, lamentablemente, cada día son más frecuentes y alcanzan a un mayor número de comunidades autónomas. Si sectores tales como la sanidad, educación y justicia comienzan a ser objeto de un merma cuantitativa en medios humanos y materiales, parece difícil que puedan mantenerse o incrementarse los aspectos cualitativos, es decir, el llamado Estado del bienestar acaba resintiéndose. Es posible que, debido al cambio de las circunstancias, en determinados casos deban ser adoptadas medidas en este sentido con el fin de aprovechar recursos sociales, aunque procurando que tengan la menor incidencia posible en la calidad y el funcionamiento de las prestaciones y servicios, pero ¿es ecuánime y coherente implementar recortes en cuestiones que perjudican a gran parte de la población cuando, por ejemplo, alcaldes o presidente autonómicos tienen asignados salarios que superan al del presidente del Gobierno?