Sociedad

Un siglo del robo del siglo

El rocambolesco robo de 'La Gioconda' en 1911 mantiene aún varios enigmas por resolver

MADRID. Actualizado: Guardar
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En un siglo no se han aclarado todos los enigmas del robo más sonado de la historia del arte. El 21 de agosto de 1911 un escalofrío atravesó a Louis Béroud, pintor que dio la alarma. 'La Gioconda', el emblema de Louvre, su pieza más valiosa se había esfumado del salón Carré. La obra maestra de Leonardo Da Vinci dejó un escandaloso hueco entre dos pintuiras de Correggio y Tiziano. El robo de la sonriente joven retratada por Leonardo en Florencia entre 1503 y 1506 concluyó con final feliz dos años después. Reapareció sana y salva en 1913 en uno de los episodios más rocambolescos de la historia del arte.

«Es el mayor escándalo que el mundo cultivado ha conocido», resume Jérôme Coignard, autor de 'Una mujer desaparece' (inédito en español) en el que reconstruye un robo que investigó durante 12 años. Tiene muchas preguntas sin respuesta sobre un suceso que salpicó al mismísimo Picasso y su amigo Guillaume Apollinaire. Pintor y poeta fueron detenidos e interrogados un mes después como presuntos ladrones.

Tras dos desconcertantes años sin pistas, la pintura reapareció en la Florencia donde había sido pintada cuatro siglos antes y de la enigmática mano de 'otro' Leonardo. «Tengo en mi poder la obra robada de Leonardo da Vinci. Mi sueño es devolver esta obra maestra a la tierra de la que procede y al país que la inspiró» decía la misiva remitida desde París en noviembre de 1913 al anticuario Alfredo Geri. Geri se lo comunicó a Giovanni Poggi, director de Galleria degli Uffizi, invitó al remitente a mostrarle la pintura, lo citó en el museo y avisó a la policía.

El Leonardo de pega fue detenido. 'La Gioconda', recuperada y expuesta en Florencia, Roma y Milán. Volvió al salón Carré del Lovreel 4 de enero de 1914.

Vincenzo Peruggia era nombre del 'captor', un carpintero que trabajó en el Louvre y quería «resarcir» a Italia del expolio artístico de Napoleón.

No hay una explicación factible sobre el verdadero móvil de Peruggia y de quién estaría tras su acción. Coignard apunta al estafador alemán Otto Rosemberg, mientras que Scotti se inclina por la una enmarañada trama que implica a un estafador argentino, Eduardo de Valfierno, falso aristócrata que habría encargado a Yves Chaudron, falsificador marsellés, seis réplicas exactas de 'La Gioconda'.

El falso marqués habría engatusado a Peruggia apelando al orgullo patrio y la devolución a Italia de la pieza con la promesa de una fortuna. Con la noticia del robo corriendo como la pólvora, Valfierno habría vendido las seis copias como originales a razón de 300.000 dólares a seis incautos coleccionistas, según esta alambicada hipótesis. Nadie ha visto jamás esas copias perfectas.

Peruggia fue el autor material del robo y se cree que devolvió la pintura ante el silencio de Valfierno. El carpintero se ocultó en un almacén del Louvre en la tarde del domingo 20 de agosto. A la mañana siguiente, descolgó el cuadro, lo despojó del marco, escamoteó el lienzo bajo su guardapolvo y lo sacó sin mayores contratiempos por la escalera principal. Durante dos años la enigmática sonrisa de la 'Mona Lisa' brilló en su cocina de la modesta vivienda parisina.