El Monasterio de la realeza recibe a su santidad
Acude hoy a El Escorial para celebrar un encuentro con jóvenes, religiosas y profesores
MADRID. Actualizado: GuardarEl 10 de agosto de 1557, día de la festividad de San Lorenzo, las tropas españolas alcanzaban en San Quintín una decisiva victoria para el devenir europeo de los siguientes años. A modo de celebración de tan importante triunfo, el rey Felipe II ordenó levantar la que durante décadas estuvo considerada como la octava maravilla del mundo: el Monasterio de El Escorial.
Lejos de su puntual origen bélico, el Monasterio pronto pasó a ser ideado como lugar de retiro y oración para el monarca. Rodeado de vegetación y montaña en uno de los enclaves más bellos de la Sierra madrileña, el lugar destacó desde el primer momento por su espiritualidad. En su afán creador y profundamente religioso, Felipe II proyectó convertir El Escorial en uno de los mayores centros del catolicismo del mundo cristiano, pero también en un foco cultural de primer nivel. A su cargo puso a la Orden de los Jerónimos -a la que tanta devoción prestaron los Austrias- que lo mantuvo bajo su responsabilidad hasta su disolución, por lo que en 1885 se encomendó la misión a la Orden de los Agustinos. Por deseo del monarca, los religiosos serían los encargados de dar continuas gracias a Dios por los beneficios recibidos y por los que esperaba recibir de su mano, pedir por el rey y por sus predecesores y sucesores, así como rogar por la conservación de la fe católica frente a la herejía protestante y por la paz y justicia de unos con otros.
Para lograr sus objetivos Felipe II no escatimó esfuerzos. Recopiló para el Monasterio obras de arte de los más importantes pintores y escultores del momento -El Bosco, Tiziano, El Greco, Roger van der Weyden, Durero, Giordano, Tibaldi, Cellini, los Leoni, Juan Bautista Monegro...- y reunió un relicario con más de 7.500 piezas de santos. Además, mandó construir una biblioteca a la que cedió códices personales de valor incalculable así como miles de volúmenes nacionales y extranjeros e, incluso, su sucesor Felipe III ordenó que sus estanterías recibieran un ejemplar de cada obra publicada. Y, cumpliendo con los deseos de su padre, el monarca del 'imperio donde nunca se pone el sol' construyó una cripta en la que están enterrados todos los reyes españoles desde el propio Carlos I, con las únicas excepciones de Felipe V y Fernando VI.
Hoy día una comunidad de 28 agustinos sigue morando entre los muros del Monasterio, y lo hacen siguiendo la máxima que dictara Felipe II hace más de 400 años: «Buscar en todo la armonía entre razón y fe, cultura y religión».
Benedicto XVI acude a San Lorenzo de El Escorial para mantener un sencillo encuentro con jóvenes religiosas y profesores universitarios. El que para ambos encuentros se haya elegido este lugar no es fruto, en absoluto, de la casualidad. La localidad, pese a su pequeño tamaño, cuenta con una prestigiosa comunidad educativa -universidad incluida desde 1892- nacida también de los deseos de Felipe II, quien insistió en fundar «un colegio de estudios eclesiásticos superiores y un seminario para los menores, donde se formasen religiosos en ciencia y santidad para que pudiesen predicar la religión y defenderla con competencia».