Santiago Valderrabano, en primer plano, durante uno de los ensayos de la peculiar comitiva que recibe hoy al pontífice. :: CEDIDA
Jerez

Un joven jerezano junto a Benedicto XVI

Figura entre los 60 elegidos para un acompañamiento especial en su llegada y en su despedida del domingo Santiago Valderrabano, de 13 años, es uno de los pequeños guardias suizos que recibe hoy al papa

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Está como unas castañuelas. Y no es para menos. El suyo es un sentimiento que mezcla casi a partes iguales nerviosismo y responsabilidad. No en vano, le han estado preparando durante los últimos seis meses. La ocasión lo requiere, ya que es uno de los 60 afortunados que forma parte de una comitiva especial que acompañará a Benedicto XVI en su llegada de esta mañana, en su despedida del domingo y en una nunciatura que tendrá lugar durante su estancia en Madrid con motivo de la JMJ que se celebra esta semana en la capital.

Aunque vive en la ciudad más castiza del país, por las venas le corre sangre jerezana gracias a su madre, Fátima Zamorano. Se llama Santiago Valderrabano. Tiene 13 años y una sonrisa que le delata. Igual que a su padre, un neocirujano con quien comparte nombre, que tampoco puede ocultar el orgullo que siente.

La iniciativa se remonta ya a bastante meses atrás. A finales del pasado año, exactamente. Fue entonces cuando surgió la idea de obsequiarle al papa con un recibimiento especial. Se buscaba hacerle sentir como en su casa, de ahí lo de montar una guardia suiza formada por niños de 12 y 13 años. Un abanico de edad tan limitado por aquello de tratar de igualar lo más posible la estatura de todos ellos.

Se había planteado una iniciativa idéntica cuando Juan Pablo II estaba al frente de la Iglesia. Lo explica la madre del pequeño Santiago Valderrabano, Fátima Zamorano: «Ya se pensó en preparar algo para hacerle sentir como en su casa, y qué mejor que llegue y vea a la Guardia Suiza, que es lo que tiene él en el Vaticano».

Voluntarias

Costureras y madres voluntarias han estado confeccionando los trajes durante los últimos meses. Ha sido un trabajo llevado a cabo con mimo extremo. Y con la ilusión por bandera, porque si nerviosos están los niños, tanto o más lo están los padres. «Estoy superilusionada, como en una nube; sé que no lo olvidaremos nunca, ni mi hijo ni nosotros», apunta Fátima.

Hoy se han tenido que levantar muy temprano. Sobre las seis y media de la mañana tenían previsto ya estar en planta, aunque posiblemente la excitación no habrá dejado dormir demasiado a esta familia, como a las 60 restantes. A las ocho les esperaban cuatro autobuses cerca de Valdebebas, emplazamiento conocido sobre todo por los aficionados al fútbol por ser donde entrena habitualmente el Real Madrid. Uno de ellos era solo para los integrantes de este original comité de bienvenida y organizadores y los otros tres para los padres.

Santiago Valderrabano y sus compañeros de aventura iban directos al Pabellón de Estado de Barajas. Los demás debían pasar antes por Valdebebas, para la revisión policial, antes de ser trasladados a otra zona del aeropuerto a esperar la llegada de Benedicto XVI.

Instrucción

Los 60 integrantes de esta guardia suiza infantil ya fueron instruidos sobre lo que se iban a encontrar, el desarrollo del acto, cómo tenían que comportarse, lo que debían hacer, cómo debían saludar a las autoridades llegado el caso... Y es que, además de con el papa, comparten espacio en la pista de aterrizaje con los Reyes, el presidente del Gobierno, ministros y alcalde de Madrid, entre otros, así que no era cuestión de dejar nada en manos de la improvisación.

La que ha tenido que conformarse con verlo por televisión junto a sus abuelos ha sido la hermana de nuestro protagonista. A Mercedes, de 11 años, no le han dejado ir a Barajas. El privilegio se ha limitado a los pequeños guardias suizos y sus padres, aunque estos últimos a bastante distancia. Pese a ello, ayer estaba también tan contenta como prisionera de los nervios.

Igual que el pequeño Santiago. Y eso que ayer participó en una jornada de convivencia junto a sus compañeros. Afirmaba tener muy claro el motivo de su nerviosismo y su sentimiento de responsabilidad. «Es que me hace mucha ilusión recibir al Santo Padre y ayudar a hacerle sentir como si estuviese en su propia casa», comentaba a LA VOZ. ¿Y por si algo le sale mal? «No, porque nos han preparado muy bien para saber lo que tenemos que hacer y cómo comportarnos ante las autoridades». Solamente le quedaba, por tanto, disfrutar de una experiencia única y que sin duda nunca olvidará.