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La crisis 'noquea' a las autoescuelas

El negocio se va a pique al perder al 70% de sus alumnos y en verano ya ni siquiera hace su agosto

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Hace unos años tener una autoescuela era apostar por un negocio seguro y estable. Es más, era embarcarse en una aventura empresarial con recorrido que en la mayoría de los casos, para los propietarios más ambiciosos, permitía incluso la expansión por el municipio o la provincia. No es de extrañar que las autoescuelas se reprodujeran de forma rápida e incrementarán su número a un ritmo vertiginoso en un corto periodo de tiempo. Estaban presentes en casi todas las zonas residenciales y era normal que existieran dos o tres bajo la misma marca.

La situación ahora es bien distinta. Y todo lo que antes parecían ventajas se han convertido en una especie de lastre que ahoga a los negocios hasta el punto de que apenas pueden respirar para sobrevivir. Mientras los clientes entraban continuamente por las puertas no había ningún problema. Incluso, aunque son pocos los que lo admiten, había acuerdo en la estabilización de los precios, de manera que no había mucha diferencia entre sacarse el carné en una u otra. Era una forma de marcar los tiempos y controlar lo que se pagaba. Pero cuando por la puerta los clientes comenzaron a entrar a cuentagotas, la situación dio un giro completo.

La crisis redujo los gastos de las familias, que se lo pensaban dos veces a la hora de que uno de sus hijos tuviera que sacarse el carné. Las autoescuelas vieron reducido de forma considerable el número de alumnos y algunas comenzaron a saltarse a la torera los acuerdos de precios, en busca de atraer a los nuevos conductores. La guerra de precios pasó a ser un conflicto abierto en el que los mismos cayeron considerablemente, debido entre otras cosas a la competencia que existía.

Y como el pez que se muerde la cola, la situación entró en una especie de bucle del que no parece haber salida. Cada vez menos clientes, cada vez el carné más barato, cada vez menos ingresos. Por ello no importa el nombre de la autoescuela, la localidad en la que se encuentre o la zona, porque su discurso es el mismo: El momento que viven es crítico.

Pero entre los ciudadanos ha aparecido un parapeto de incredulidad ante afirmaciones tan contundentes pues, al igual que ocurre con la sobreexposición de la violencia, la mayoría se ha acostumbrado a este tipo de anuncios por parte de diferentes sectores que agonizan como consecuencia de la crisis. Por ello lo mejor es fijarse en los datos para calibrar cuan dura ha sido la caída en este sentido. Y sin lugar a dudas se puede decir que el agujero negro en el que están metidos los negocios que preparan a las personas para sacarse el carné de conducir es demasiado profundo.

Según las estimaciones de las autoescuelas gaditanas la crisis ha afectado a su negocio considerablemente y este año ha perdido el 70% de matriculaciones con respecto a otros anteriores. Es una situación que se refleja a nivel particular este verano, pues el repunte de matrículas ha sido insignificante comparado con otros meses, por lo que prevén un futuro muy negro con posible cierre de negocios.

De grandes a familiares

¿Es tan preocupante la alarma? Al parecer sí. Las autoescuelas se han convertido en unos negocios en recesión. No solo han tenido que echar el freno a la expansión, sino que han tenido que comenzar a echar personal y eliminar coches para poder subsistir. Para hacerse una idea de lo que está ocurriendo se puede decir que las autoescuelas han dejado de ser grandes empresas para convertirse en un patrimonio familiar, pues la mayoría solo da beneficios para mantener al personal más cercano y con esfuerzos. Si antes era habitual que hubiera una amplia plantilla con cinco o más coches, ahora lo lógico es que el negocio lo lleve una pareja con alguno de sus hijos y dos coches como mucho.

El índice del paro en el sector se ha disparado y como consecuencia cada vez son menos las personas que se deciden a prepararse para unos exámenes que, además y a juicio de quienes ya las han aprobado, son muy exigentes y complicadas, de manera que no merece la pena tanto esfuerzo si, al final, quienes las pasen van a terminar siendo carne de paro como en cualquier otra profesión cuya preparación sea menos sacrificada.

Pero, como antes, para hacerse una mejor idea de la situación más vale hacer uso de los datos, que dan una visión más exacta de lo que está ocurriendo. De hecho, ya no hacen falta tantos profesores porque si antes una autoescuela con unos cinco coches llegaba a tener hasta tres meses de lista de espera para comenzar el práctico, ahora resulta que con dos coches, no existe ni siquiera lista de espera y una vez que se aprueba el teórico, los alumnos pueden montarse en el coche casi de forma directa.

En definitiva, que antes las autoescuelas eran grandes empresas y en muchas ocasiones en lugar de cerrar lo que han hecho es disminuir de tamaño reduciendo el número de coches y profesores, por lo que se han convertido en microempresas. Esto explica por qué no ha descendido el número de autoescuelas abiertas pero sí el número de empleados en el sector.

Menos preparados

Pero la incidencia de la crisis en las autoescuelas no solo repercute en la disminución de matrículas, sino también en los alumnos que se encuentran apuntados y que pretenden ahorrar todo el dinero que pueden a la hora de sacarse el carné. Esto conlleva situaciones complejas, como la falta de preparación a la hora de acudir al examen y por tanto el suspenso con la posterior renovación de papeles y, por ende, el incremento final en el precio.

Todos los temores en este sentido los puso de relieve el presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), José Miguel Báez, durante la presentación del estudio 'Los conductores españoles y la formación en las autoescuelas'. Báez indicó que hay alumnos con el carné teórico de conducir aprobado que «han paralizado las clases prácticas» porque no pueden pagarlas, y a los que se les va a caducar el aprobado en el examen teórico.