
Fallece el diseñador Jesús del Pozo a los 65 años
Vistió a la infanta Cristina, Ana Belén y Esperanza Aguirre y fue un referente en la España de los 80 El modisto muere en Madrid de un enfisema pulmonar
MADRID. Actualizado: Guardar«Tengo mucho más miedo ahora que hace 30 años». Jesús del Pozo expresaba su intranquilidad en cada nuevo desfile, como el que protagonizó el pasado mes de febrero en la Cibeles Madrid Fashion Week. Su afán perfeccionista le llevaba a sufrir cada vez que las modelos descubrían al mundo sus nuevas creaciones. Sin embargo, tenía claras sus prioridades: «La moda es una parte muy importante de mi vida, pero no es toda mi vida. Una parte importantísima son mi familia y amigos, a los que me gustaría haber dedicado más tiempo».
Jesús del Pozo falleció ayer en Madrid a los 65 años de un enfisema pulmonar, según anunció la Asociación de Creadores de Moda, de la que fue impulsor. Era uno de nuestros diseñadores más populares y un empresario de éxito. Vestía a la infanta Cristina, a Ana Belén y a Esperanza Aguirre. La España de los años 80 no se entiende sin su ropa. «Era lo que me salía, lo que me gustaba y apetecía. Lo que en esos momentos yo me pondría». El coqueteo con los volúmenes y la influencia japonesa dio paso a la sobriedad y elegancia del ganador del Premio Cristóbal Balenciaga al mejor diseñador español.
«Nunca he planificado nada en mi vida. No me gustaba nada estudiar, pero me gustaba aprender». Nacido en Madrid en 1946, Jesús del Pozo era el pequeño de cinco hermanos de los que le separaba una gran diferencia de edad, lo que le ofreció la posibilidad de crearse un mundo propio, un pequeño taller donde dar rienda suelta a sus pequeño trabajos manuales con arcilla y plastilina. Sin antecedentes artísticos en una familia conservadora del barrio de Salamanca, se educó en colegios religiosos.
Empresario por necesidad
Comienza los estudios de Ingeniería Industrial y más tarde da el salto a la arquitectura de interiores y al diseño de muebles (su padre era un empresario de muebles de bambú). En 1972, un viaje a Colonia para montar una tienda de antigüedades le abre los ojos y la mente. Vive en Londres, Turquía y Grecia, y a su regreso abre su primera tienda en la calle Almirante, la misma donde nació. «Decidí poner la tienda por casualidad: yo mandaba a hacer toda mi ropa a un sastre y todo el mundo me preguntaba, ¿dónde te has hecho esto? Madrid era muy aburrido».
Su primer desfile coincide con el día de la muerte de Franco. Una semana más tarde, su ropa ya había cautivado a la crítica. En 1980 presenta su primera colección femenina. «Eran unos años fantásticos, muy convulsos en España, de los que guardo una vaga nebulosa», recordaba. Fue una época de afianzamiento para el creador. La tienda continuaba funcionando y brindándole la seguridad necesaria «para sobrevivir». Mientras, su labor se diversificaba en multitud de campos: perfumes, joyas, relojes, vestuario para teatro e incluso uniformes para Renfe o la Expo de Sevilla.
«Yo he sido empresario por pura necesidad», sostenía. «Nosotros no fabricamos nada, lo licenciamos todo. Aquí hacemos lo único que sabemos hacer: tener ideas y diseñarlas». El modisto siempre estuvo preocupado por profesionalizar el sector de la moda y en 2003 creó la Fundación que lleva su nombre, una entidad cuyo objetivo es promover y colaborar con iniciativas relacionadas con el diseño. En 1999 funda la Asociación de Creadores de Moda de España, que presidió hasta diciembre de 2000.
Del Pozo estuvo en activo hasta la pasada edición de la Cibeles Madrid FashionWeek, donde presentó su nueva fragancia, Ámbar. Desde su taller de la madrileña Puerta de Toledo seguía fiel a sus cortes limpios y trazos de arquitecto. «Dentro de unos años me veo aquí, haciendo solo lo que me gusta, dejando de lado la parte burocrática de la empresa, la que arrastro con más dificultad».