Un «cachete» que terminó en terapia colectiva para toda la familia
EL PUERTO Actualizado: GuardarEra un día de mayo y la madre de Angie Corona Padilla, la niña de 13 años que desapareció hace diez días del domicilio familiar, acudió al centro educativo para recogerla. Allí volvió a encontrarse con el joven militar de 23 años al que días atrás le pidió que dejara a la adolescente y no le hiciera caso sobre su «encaprichamiento». El roce alteró ya a Angélica Padilla, la madre, que se fue con su hija a casa para seguir con la discusión que se prolongó y prolongó, hasta que la madre se exasperó al no poder hacer entrar en razón a la menor. «Entonces le di un cachete, pero ya está». Según la madre, Angie exageró lo ocurrido en casa al director del colegio y tras pasar unos días se produjo una citación de los juzgados de El Puerto al haber una demanda ante Servicios Sociales.
El juez determinó que Angie durmiera durante un tiempo en casa de un familiar fuera del domicilio de sus progenitores y se quedó una noche con una tía. Al día siguiente los padres aceptaron acudir a terapia familiar y la niña pudo volver a casa.
Pero desde entonces las cosas solo fueron a peor. La relación que mantenía con el joven militar no era aceptada por sus padres que hicieron todo lo que pudieron para evitar que lo viera. Ella perdió toda la confianza de sus progenitores, que ni siquiera la dejaban sola en casa, ya que tenían constancia de que en varias ocasiones se había llevado a su supuesto novio mientras ellos no estaban. «Le dije que tenía que volver a recuperar la confianza poco a poco», expuso su madre. Pero no estuvo el tiempo suficiente para conseguirla.
Cansada de las restricciones y de la incomprensión comenzó a gestar un plan de huida. Su obsesión pasó a ser la de marcharse del piso situado en la urbanización de Las Yucas, para comenzar una nueva vida. Horas antes de acometerlo se sinceró en una carta a una trabajadora social y dejó unas pinceladas de lo que pretendía hacer sin dejar las huellas del rumbo que iba a tomar, ni siquiera dejó un rastro de su nuevo destino. La incertidumbre está entre alguna ciudad de Huelva o de toda Extremadura, demasiado territorio para encontrarla sin tener otra pista que poder analizar y seguir.