Artículos

Televisiones autonómicas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Partido Popular, que obtuvo una arrasadora victoria en las elecciones autonómicas del 22-M, deberá pronunciarse sobre el futuro de las televisiones autonómicas. De momento, sólo se sabe que la situación es insostenible -las trece existentes consumen anualmente más de 800 millones de euros en subvenciones y la deuda de la valenciana, la más endeudada, es de 1.139 millones según la Sindicatura de Cuentas- y que Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad madrileña, ha manifestado en reiteradas ocasiones que su intención -y se supone que la de su partido- es privatizar Telemadrid en cuanto disponga de los instrumentos legales para ello. En la actualidad, la Ley General de la Comunicación Audiovisual, aprobada hace un año, mantiene el carácter público de estas cadenas, en línea con la anterior ley de Segundos Canales, que la estableció.

Tras el 22-M, algunas comunidades en manos del PP han tomado direcciones distintas en esta materia. En Castilla La Mancha, Dolores de Cospedal ha puesto a frente de la televisión regional a un periodista con fuerte carga ideológica, lo que parece indicar que el nuevo gobierno se dispone a utilizar el medio con fines proselitistas. En Madrid, Aguirre ha puesto al frente de Telemadrid a un profesional del medio, que ya fue con Aznar director de TVE.

En Baleares, el nuevo gobierno ha colocado provisionalmente al frente de la autonómica IB3 al consejero de Presidencia, sin aplicar la normativa vigente, además de haber adoptado ya la decisión de clausurar las televisiones públicas insulares.

Es imposible analizar este panorama heterogéneo si el PP, claramente hegemónico en el ámbito autonómico, no manifiesta una postura clara. En el entretanto, puede ya ponerse de manifiesto que no será fácil privatizar estos medios precisamente ahora, en plena crisis económica y mediática. Y hay que dejar sentado que la alternativa a la privatización no es el mantenimiento de unas televisiones derrochadoras, parciales y sesgadas como hasta ahora sino su reconversión tanto en el aspecto cuantitativo -han de reestructurarse para ser viables- cuanto cualitativo -han de dejar de ser instrumentos de propaganda y adaptarse a criterios de neutralidad como ha hecho RTVE-. La campaña electoral que se avecina debe ser escenario para debatir también estas cuestiones.