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El-Asad desoye las críticas y recrudece su ofensiva contra los manifestantes
El Ejército sirio causa al menos 68 muertos al asaltar con tanques las ciudades de Deir al-Zor y Hula en una nueva jornada de represión
EL CAIRO. Actualizado: GuardarUna semana después del ataque del Ejército sirio a la ciudad rebelde de Hama, la maquinaria represora del régimen de Damasco recrudeció ayer su ofensiva contra los manifestantes con el asalto a Deir al-Zor, al noreste, y la localidad de Hula, en la provincia de Homs, al centro del país. La nueva jornada de violencia acabó con la vida de al menos 58 civiles y coincidió con el anuncio del presidente, Bashar el-Asad, de que constituye «un deber de Estado» actuar contra los «delincuentes que violan la ley».
«A primera hora de la mañana, columnas de tanques y excavadoras de las Fuerzas Armadas irrumpieron por el norte y el oeste bajo una intensa cobertura de fuego y desmantelaron las barricadas levantadas por los residentes», relató un vecino de la ciudad de Deir al-Zor, donde se produjeron 38 de las víctimas mortales. Testigos de la operación militar aseguraron también que las clínicas privadas fueron obligadas a cerrar y un hospital público fue bloqueado por soldados. El portavoz de los Comités de Coordinación Locales, Mohamed al-Abdalá, denunció el terrible asedio que sufre Deir al-Zor. «Vivimos una catástrofe», admitió el activista al precisar que el agua, la electricidad y las telecomunicaciones están cortadas y que habitantes del lugar se han visto obligados a enterrar a sus muertos en parques públicos al no poder llegar al cementerio. Asimismo, Al-Abdalá informó de redadas de detenciones, así como de la presencia de numerosos francotiradores apostados en los edificios.
El drama también se abrió paso con fuerza en la ciudad de Haula, donde 16 personas perdieron la vida a causa del fuego de tanques y ametralladoras del Ejército, entre ellas cuatro mujeres y un niño, detalló el grupo opositor La revolución siria. La represión del régimen se dejó sentir igualmente en la ciudad norteña de Idleb. Residentes en la localidad precisaron que al menos cuatro civiles murieron por disparos de las fuerzas leales al dictador durante un funeral.
El-Asad, por su parte, se mantuvo ayer en la misma línea desde que estallaron las protestas a mediados del pasado marzo al acusar nuevamente a terroristas y alborotadores teledirigidos desde el exterior del clima de inestabilidad que golpea el país. En su encuentro con el ministro de Exteriores libanés, Adnan Mansur, el líder de Damasco se declaró en la obligación de combatir a los «delincuentes que violan la ley, cortan carreteras, cierra ciudades y aterrorizan a las familias» porque es la única manera de «proteger la seguridad y la vida de los ciudadanos». Además, destacó que «el camino de las reformas continúa con pasos firmes».
Necesidad de diálogo
Ante el aumento de la violencia en Siria, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby, manifestó, por su parte, su «profunda turbación» y volvió a pedir a las autoridades del régimen que cesen inmediatamente cualquier acto de represión contra los manifestantes. Del mismo modo, insistió en su comunicado en la necesidad de que todos los actores políticos sirios se impliquen en un serio proceso de diálogo. «Hay aún una oportunidad para que se materialicen los cambios anunciados», señaló.
El Papa Benedicto XVI se sumó también ayer a las voces que piden el fin de la violencia en el país árabe. Durante su homilía dominical, reiteró su petición a El-Asad para que respete «las legítimas aspiraciones» de su pueblo. «Exhorto a las organizaciones internacionales y a todos aquellos responsables políticos y militares a relanzar con convicción y energía los esfuerzos para un proceso de paz nacional», sentenció.