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El BCE comprará deuda de Italia y España
Francia y Alemania también urgen a sus socios europeos más vulnerables a aplicar las medidas de ajuste comprometidas La institución decide intervenir con firmeza en los mercados para combatir la especulación
FRÁNCFORT. Actualizado: GuardarEl Banco Central Europeo y las entidades que integran el sistema de bancos centrales han decidido intervenir en los mercados de deuda, lo que implica que comprarán bonos de Italia y de España, si fuera necesario, para proteger a estos países de los ataques de los especuladores. La institución adoptó este acuerdo en el transcurso de la reunión que mediante videoconferencia celebró su consejo, con carácter extraordinario, en un domingo de agosto y consciente de la gravedad de la situación.
La fuerte tensión ya manifestada la pasada semana podría acrecentarse en los mercados hoy, porque a la crisis de la deuda soberana europea se ha sumado la incertidumbre generada al otro lado del Atlántico, con la rebaja de la calificación de la solvencia de Estados Unidos por parte de Standard and Poor's. Simultáneamente, dirigentes económicos y financieros de todo el mundo se movilizaron durante el fin de semana con la idea de mandar un mensaje de tranquilidad a los inversores y de impedir un desplome de las Bolsas y los mercados de deuda en la apertura de hoy.
El Banco Central Europeo no se podía permitir otro error de comunicación. En la conferencia de prensa que siguió a la reunión de su consejo el jueves, las explicaciones de Jean Claude Trichet se cruzaron con las noticias de que la institución estaba comprando deuda de Portugal e Irlanda, dos países en fase de rescate cuyos bonos ya no precisan de esta medida de apoyo, mientras Italia y eventualmente España seguían expuestos a los ataques de los especuladores. Después se supo que la ayuda a Italia estaba condicionada a nuevos compromisos, pero la confusión ya se había propagado, y tuvo efectos demoledores en los mercados de valores y de deuda pública.
En paralelo a la cita del BCE, dirigentes políticos y bancarios de las principales economías del mundo trabajaron ayer para encontrar una solución consensuada que impida un nuevo derrumbe de las bolsas mundiales. El G-7 y el G-20 multiplicaron sus contactos y conferencias telefónicas de urgencia, sabedores del efecto que, en plena crisis de la deuda soberana europea, puede causar la convulsión provocada por la degradación de la calificación crediticia de Estados Unidos por parte de Standard and Poor's.
Los mensajes de tranquilidad de los mandatarios no estaban exentos de segundas intenciones. Así, el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel, manifestaron en un comunicado conjunto su percepción «favorable» de las decisiones adoptadas por Italia y España para la consolidación de sus cuentas públicas, pero también consideraron «fundamental» para restaurar la confianza de los mercados una aplicación «rápida y completa» de las medidas anunciadas. Es lo mismo que, con otras palabras, han recomendado los portavoces de la Comisión Europea.
Francia y Alemania reiteraron su compromiso de aplicar «plenamente» las medidas del acuerdo sobre el euro concluido en Bruselas el 21 de julio, e invitaron a los países europeos a acelerar los trámites necesarios para sacarlo adelante.
Llamamientos de urgencia
Los llamamientos a la urgencia del comisario Olli Rehn empiezan a surtir efecto: el Parlamento de Bélgica será convocado para reanudar sus sesiones con seis semanas de adelanto con el fin de aprobar las nuevas medidas de rescate de la Eurozona vitales para el futuro del euro, anunció el domingo el primer ministro Yves Leterme. «La credibilidad de la zona euro requiere que este trabajo se haga lo antes posible», reconoció. En este contexto, muchos expertos temen que los mercados se desplomen el lunes. El expresidente de la Reserva Federal estadounidense (Fed) Alan Greenspan aseguró que el descenso de los mercados seguiría «un tiempo», aunque consideró que es «difícil decir» si habrá una debacle en las bolsas mundiales.
Para evitarla, dirigentes europeos y estadounidenses, incapaces hasta ahora de frenar la espiral de descenso de las bolsas mundiales, llevaron a cabo durante el fin de semana numerosos contactos cuyo contenido concreto no ha trascendido. Los ministros de Economía y presidentes de los países del G-7 -formado por Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Canadá, Italia y Gran Bretaña- multiplicaron este fin de semana las comunicaciones telefónicas para diseñar una estrategia común. En los países del G-20, que reúne a las principales economías del planeta, mantuvieron el domingo una conferencia telefónica de urgencia sobre las crisis de la deuda y la degradación de la nota de Estados Unidos. Otra teleconferencia entre los ministros de Finanzas y los principales banqueros del G-7 tuvo lugar ayer.